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Galletas DOBLE chocolate, ¡y veganas!

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Galletas DOBLE chocolate, ¡y veganas!

Una de las primeras cosas que hice cuando decidí que iba a dejar de consumir productos de origen animal fue ponerme a experimentar en la cocina: necesitaba demostrarme a mí misma que siendo vegana también comería cosas ricas, y que mi afición por los postres y las cosas dulces (que por lo general están llenos de leche, huevos, mantequilla y demás) no se iba a ver afectada.

Eso me llevó a preparar cosas que antes ni se me hubiera cruzado por la cabeza que yo podía hacer en casa (o que pudieran existir), me llevó a preocuparme por los ingredientes y por las mezclas y a evitar consumir tantas cosas procesadas... y eso, de paso, me llevó a generar menos basura. Y no solo eso: empecé a comer tan rico y tan variado como nunca (puede que te cueste creer esta parte, pero si te quedan dudas, cuéntamelas y te doy todos los detalles), y lo mejor era que todo eso lo estaba preparando yo, con mis manos, en mi casa. Comer más rico + generar menos basura + respetar a todos los animales + subidón de creatividad = todo ganancias. Pero mi objetivo de hoy no es escribir sobre veganismo (aunque si quieres leer algunas cosas que pienso al respecto puedes ir aquí y aquí), sino compartir esta receta deliciosa y facilísima, y que además —por petición popular— ya había prometido que iba a compartir: galletas DOBLE chocolate. Galletas veganas de chocolate Debo decir que ya había tratado de hacer galletas muchas otras veces, pero siempre había algo que no me convencía 100%... o quedaban muy blanditas, o demasiado grasosas, o les faltaba o sobraba dulce. Las galletas no han sido (al menos hasta ahora) mis mejores amigas en la cocina. Pero esta receta fue el punto de reconciliación: buena textura, buen sabor, y se hacen tan rápido que toma más tiempo ir al supermercado a comprar unas que hacerlas en casa; bueno, dependiendo de la distancia del supermercado, pero aunque esté cerca te recomiendo que pruebes estas. Otro día hablamos de lo que pienso sobre comprar en los supermercados. La receta la adapté ligeramente de una que encontré aquí. Hace tiempo la tenía guardada en el tablero de postres de Pinterest (¡hay tantas cosas pendientes por probar ahí!), hasta que un día se unieron las ganas de comer dulces con la necesidad de usar un puré de manzana que tenía en la nevera, y ¡trin! me puse a hacer galletas. Quedaron tan ricas que pasaron al cuaderno oficial de recetas (donde consolido las verdaderas favoritas) y ahora quedan aquí también, para que te animes a probarlas y me cuentes qué tal te va. Galletas veganas doble chocolate

Ingredientes (para aprox. 20 galletas):

  • Un poquito menos de 1/2 taza de aceite vegetal (también puedes usar margarina). Sé que es una medida un poco rara, pero cuando las hice con la 1/2 taza justa no quedaron tan ricas... les va mejor con un poquitín menos de aceite
  • 1/2 taza de panela (también puedes usar azúcar)
  • 4 cucharadas de puré de manzana sin endulzar. Si no sabes cómo prepararlo, te recomiendo esta receta (omitiendo el azúcar y el limón)
  • 1/4 de taza de cocoa en polvo
  • 1/2 cucharadita de sal
  • 1/2 cucharadita de extracto de vainilla
  • 3/4 de taza de harina, puede ser integral, refinada, o mezcla de las dos
  • 1/2 cucharadita de bicarbonato de sodio
  • 1/2 taza de chocolate amargo picado o rallado. Yo usé 100% cacao, del que se consigue en Colombia para hacer bebida de chocolate, pero puedes usar cualquier otro tipo... eso sí, es importante que sea chocolate de verdad (nada de chocolatinas de leche ni nada por el estilo)
 
 

Instrucciones:

  1. Pon el aceite, la panela, el puré de manzana, la cocoa, la sal y el extracto de vainilla en un recipiente grande. Revuelve hasta que la mezcla esté homogénea
  2. Añade el resto de los ingredientes, y mezcla todo muy bien. Vas a obtener una masa que se ve muy húmeda
  3. Deja reposar la mezcla unos 15 minutos, o un poco más... hasta que esté más manipulable
  4. Precalienta el horno a 325ºF (160ºC)
  5. Ayudándote con una cuchara, saca porciones de masa y (con las manos bien limpias) haz bolitas
  6. Acomoda las bolitas en una bandeja para hornear, que hayas engrasado y enharinado un poco (para evitar que se peguen mucho). Deja buen espacio (2.5 cm, más o menos) entre una bolita y la otra, pues las galletas se extienden a los lados al hornearse
  7. Hornea durante 15 - 20 minutos, o hasta que las galletas estén suaves, pero ya no estén crudas por dentro (lo puedes comprobar clavando un palillo, o —menos sutil— un cuchillo). No esperes a que estén crujientes, pues eso no pasa dentro del horno
  8. Sácalas del horno y deja que se enfríen. Es ahí cuando se pondrán crujientes y sabrosas
  9. Prepárate un café
  10. Come una cantidad prudente muchas. Deja un par para mañana
  Galletas veganas de chocolate ¡Facilísimas! ¿A que sí? Lo vas a confirmar cuando las prepares. Puedes guardarlas (si es que te queda alguna) en un frasco con cierre hermético, no creo que sea necesario refrigerarlas porque lo más seguro es que te las vas a comer antes de que pueda pasarles algo; pero por si acaso (y si piensas que te vas a demorar más en acabar con todas) puedes guardarlas en la nevera. Yo las disfruto muchísimo con un café sin azúcar, ¿tú cómo te las comerías? ¿Alguna vez has hecho galletas en casa? ¿Cuáles son tus galletas favoritas? ¿Te animas a probar estas? ¡Te espero en los comentarios!  

Entre el miedo y la esperanza

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Entre el miedo y la esperanza

Anteayer se celebró el día mundial de la educación ambiental. No sé qué signifique eso (supongo que es una excusa para hablar del tema y esa es una buena razón para que exista), pero yo voy a aprovecharlo para hablar sobre el aprendizaje, el miedo y la esperanza.

La última semana he tenido varios días de esos en los que uno siente que está siendo víctima de un experimento psicológico de Facebook (que ya sabemos que los hacen, así que no sería ninguna novedad). Eso, o las noticias del mundo han estado especialmente deprimentes y mis contactos en la red social han estado particularmente interesados en compartirlas. O sencillamente yo he estado leyendo más noticias de la cuenta, más de las adecuadas para mantener algo de salud mental. Entre la sequía que azota a Colombia (y a muchos otros países), el Fenómeno del Niño —que la NASA afirma que puede ser el más devastador de la historia—, el Ministro de Medio Ambiente de Colombia que no tiene ni idea de dónde está parado, el oso de anteojos que mataron en Chingaza, las malas prácticas de Nestlé (que ya son cuento viejo), los cachalotes que quedaron varados en las playas de Inglaterra (y que la gente usó para tomarse selfies y hacer grafitis), la basura plástica que en poco tiempo va a ser más abundante que los peces, lo ilógicos que son los zoológicos y las reacciones de la gente ante todo lo que pasa: entre la burla, la indiferencia y el desprecio... todo me va llevando a una espiral de desesperanza, tristeza e impotencia.

¿Cómo me enfoco para no perder la esperanza?

Y en pleno ojo del huracán, me llega un correo de una lectora que me cuenta sobre sus ganas de construir un mundo mejor, pero también sobre el miedo que la asalta al ver las noticias, la magnitud del problema, y la aparente insignificancia de sus pequeñas acciones. Y me lanza la pregunta más difícil de todas: ¿cómo me enfoco para no perder la esperanza? Ese correo llegó en un momento sensible... empecé a responder, y cuando menos pensé había dejado un texto casi tan largo como una publicación del blog, y de paso me había dado cuenta de un par de cosas. No sé si mi lectora leyó esa extensa respuesta; pero a mí me dejó pensando, y con ganas de compartir varias cosas aquí. Para llegar a lo que quiero decir, tengo que dar primero algo de contexto: Hace algunos meses, hablando con mi mamá, surgió el tema de la educación; estábamos hablando sobre los cambios de hábitos y sobre los primeros adoptantes (de la difusión de innovaciones, que es algo de lo que quiero hablar después), y eso nos llevó a hablar sobre las etapas de aprendizaje. Todo lo que me dijo me pareció muy lógico y muy interesante, y he estado dándole vueltas desde entonces. Hay una teoría que se llama "las cuatro etapas de competencia" (de habilidad, no de contienda) que es cercana a esto que te voy a contar. Sin embargo, no quiero ponerme a hablar con términos técnicos ni a comentar sobre una teoría psicológica que apenas conozco, así que voy a contarlo desde lo que conversé con mi mamá y lo que he visto desde mi propia experiencia. Aquí van, 4 fases de aprendizaje, en mis palabras y usando ejemplos concretos para adaptarla al asunto de la vida sostenible:

Fase 1: no saber que no sabemos

Vivimos en un mundo complejo, y es imposible estar enterado de todo, saberlo todo y conocerlo todo (aunque no nos guste aceptarlo). Hay miles de cosas que ignoramos... y no me refiero a que no las conozcamos lo suficiente, o que no recordemos el nombre; me refiero a que de verdad no existen ni en nuestra imaginación. Por ejemplo: Menganito no sabe nada sobre el impacto de los residuos plásticos en los ecosistemas marinos... porque, de entrada, sabe poco (o nada) sobre el océano. El único plancton que ha visto ha sido el de Bob Esponja, y nunca se ha planteado a dónde va a parar toda la basura plástica que llega al mar. Por lo tanto, no sólo no conoce el problema, sino que no sabe que no conoce el problema. Ya sé que esto puede ser difícil de imaginar, porque si lees este blog es muy posible que ya estés un poco más adelante en esos procesos de aprendizaje; pero de verdad hay gente (como Menganito) que no sabe que existen los corales o que no tiene idea de que su basura puede ir a parar al mar. De verdad. Fase 2: Saber que no sabemos Es imposible saberlo todo, pero nuestro cerebro tiene una capacidad impresionante de procesar y almacenar nueva información y de mantenernos en constante aprendizaje. Tomando el ejemplo que usé arriba: Menganito es una persona que no sabe nada de nada de esa problemática, pero un día se va de viaje a Capurganá y se llevo equipo de snorkeling porque le dijeron que se ven animales bonitos debajo del agua. Durante el paseo se empieza a dar cuenta de que la playa está llena de basura plástica, en trozos grandes y pequeños, y le da pena ver que un lugar tan lindo se vea tan sucio. Mientras explora las bellezas submarinas confirma que esa basura también está cubriendo los corales y, además, puede ver a los peces tratando de comérsela. Se da cuenta de que bajo la superficie del mar hay muchas cosas, y que la basura realmente no "desaparece" sino que se "esconde", dañando poco a poco los lugares que él quiere disfrutar. En esta fase pueden pasar, básicamente, dos cosas: Menganito puede darse cuenta de la problemática y aún así hacer la mirada al lado (sea porque no entiende su relación con el problema, porque no sabe cómo lidiar con él o porque realmente no le interesa), o puede preguntarse qué puede hacer él para resolverlo. Es decir: puede tener una actitud favorable frente a ese nuevo aprendizaje, y tomarlo como un desafío... como algo de lo que quiere aprender más. La primera opción es una calle cerrada, deja a Menganito sentado en la zona de confort (de un confort más bien engañoso, pero bueeeh), mientras que la segunda lo lleva un paso más allá, a la zona del aprendizaje y del crecimiento, la zona en la que sí pasan cosas.

Fase 3: saber, y actuar sobre eso que se sabe

Este, de alguna manera, es un punto de no retorno (en todo el buen sentido de la expresión). En el momento en el que sabemos que sabemos, no nos queda más que pasar a la acción, y eso genera un efecto bola de nieve: a medida que vamos descubriendo más, vamos siendo más conscientes de nuestro papel en todo el asunto y vamos queriendo encontrar nuevas maneras de actuar y de adaptarnos a ese nuevo conocimiento. Aplicando de nuevo el ejemplo: después de haber descubierto las maravillas que esconde el mar y la amenaza que es la basura plástica, Menganito se pone a la tarea de reducir radicalmente la basura que genera y compartir esa preocupación con todas las personas que lo rodean, porque sabe que cada trozo de basura tiene nombre propio. Empieza a buscar información en internet, a ver videos, documentales y a hacer un proceso consciente de aprendizaje que lo lleva, paso a paso, a tener actitudes coherentes con esa nueva perspectiva que desarrolló.

Fase 4: hacer de la acción un hábito

Y aquí se consolida todo el proceso. Ese "saber que sabemos, y actuar sobre lo que se sabe" se ha vuelto parte de nuestra rutina, hemos interiorizado lo que aprendimos y se ha convertido en un hábito, en una habilidad, en algo que podemos hacer o resolver sin tanto esfuerzo. Para cerrar con el mismo ejemplo: en todo este proceso, Menganito aprendió sobre la belleza (y la importancia) de los océanos, así como sobre la delicadeza de sus ecosistemas. Se dio cuenta de su papel en el asunto y empezó a tomar decisiones que lo pusieran del lado de la solución, y no del problema. Dejó de usar bolsas de plástico, empezó a usar botellas, vasos y recipientes reutilizables, descubrió que puede hacer muchos productos en casa, ahorrándose el problema de los empaques y de paso beneficiando su salud (¡y su bolsillo!). Menganito ve que esos cambios tienen sentido, y cada vez se le hace más fácil incorporarlos en la vida cotidiana. Se amplió su perspectiva, y su manera de actuar responde de manera muy natural a esa nueva visión. Toda esto de las fases de aprendizaje y de Menganito te lo cuento para que recordemos tres cosas:

1. Hemos recibido una educación muy deficiente.

Esto no es ninguna novedad, pero por ser cuento viejo no significa que hay que ignorarlo. Nuestra educación (al menos la educación formal) es reduccionista: funciona a partir de la idea de que todo hay que dividirlo en partes pequeñas para poder entenderlo mejor... y eso nos ha dejado con un montón de piezas chicas de información que no sabemos combinar. Usando las palabras de Rodolfo Llinás:
"La escuela nos enseña la ubicación geográfica de los ríos, pero jamás nos explica la importancia del agua... Somos un baúl repleto de contenidos, pero vacío de contexto. De ahí nuestra dificultad para aplicar el conocimiento en la realidad".

2. La educación es un proceso.

Tiene diferentes niveles de complejidad, y cada persona lo asimila a velocidades distintas. A la mayoría de nosotros jamás nos hablaron en la escuela o el colegio (a veces ni siquiera en casa) sobre la importancia de cuidar nuestro entorno, no nos explicaron sobre el impacto ambiental de nuestras decisiones, ni nos enseñaron a cuestionar el statu quo... así que no nos debe extrañar que tanta gente esté en la fase 1: no saben que no saben.

3. La fase 1 es eso: una fase.

Y todos hemos estado ahí, en el punto de no saber que no sabemos algo, y eso no significó que no pudiéramos aprenderlo. Alguna cosa pasó, alguien dijo algo que nos hizo pasar a saber que no sabemos, y de ahí en adelante el panorama cambió: empezamos a aprender. raya Así es la cosa. Vivimos la lamentable realidad de que no fuimos educados para entender la importancia del equilibrio en nuestra relación con el entorno, las consecuencias son claras y las estamos viendo (y sufriendo) todos los días (eso sí: unos más que otros). De ahí viene el miedo que siento yo, el que siente la lectora que me envió el correo que te conté, y el que sienten muchas otras personas cuando se detienen a pensar en la magnitud de lo que está pasando, y en lo pequeñas que parecen nuestras acciones frente a esa realidad que queremos modificar. ¿Cómo podemos pretender cambiar algo cuando los problemas son tan complejos, cuando hay tanta indiferencia? Yo no tengo una respuesta para eso —ojalá la tuviera—, pero sé que no está en el miedo. El miedo paraliza, y si estamos paralizados no podemos hacer nada. Creo que el miedo, además, tiene mucho que ver con la aparente indiferencia de muchas personas... en el fondo esa indiferencia es una manera de lidiar con el miedo que tienen de enfrentar cosas reales y darse cuenta de que les quedan chicas las manos para enfrentarse a los problemas del mundo. Les da miedo sentirse impotentes. Les da miedo no tener la capacidad de imaginarse un mundo mejor... por eso hacen como si miraran a un lado, y hacen chistes al respecto para tratar de distanciarse de esa realidad que los asusta. Sí: el miedo paraliza.

... no sé cómo resolver esto, pero al menos me lo estoy planteando

Y debo confesarlo: yo muchas veces tengo miedo. Pero sé que si dejo que esa sensación tome el control voy a ser tan inútil como las personas indiferentes... así que busco maneras de reencontrarme con la esperanza. Trato de recordar que el aprendizaje es un proceso, y que yo estoy en la fase 2: sé que no sé cómo resolver esto, pero al menos me lo estoy planteando. Y también recuerdo que hay mucha gente que no sabe muchas de las cosas que yo ya sé, y que compartiéndolas tal vez logre que alguien más salga de la masa inerte de la indiferencia. Puede que suene súper cursi —y queda en total evidencia el por qué soy profesora—, pero yo creo que en la educación se encuentra la esperanza. Ahí está. Si tienes una genuina preocupación por el futuro de la vida en el planeta, es casi seguro que te has enfrentado a situaciones de impotencia, a discusiones absurdas con personas aparentemente insensibles y a momentos de miedo paralizante. No estás sola/o; y aún más importante: no estás perdiendo tu tiempo. Cuando estamos de verdad comprometidos podemos estar seguros de que estamos poniendo el peso de nuestra vida en el lado correcto de la balanza y que —si acaso todo realmente va mal, y nuestro aporte no hace una diferencia— hemos tenido el privilegio de vivir de acuerdo a nuestros ideales… eso es algo que muchas personas no pueden decir, especialmente porque ni siquiera se han preguntando por qué viven como viven, consumen como consumen o hacen las cosas que hacen. Están viviendo en automático.  Yo quiero cambiar el mundo, y para eso he empezado por cambiar yo. Sé que no voy a poder hacerlo sola, y por eso escribo aquí. Sé que cambiar el mundo no es una tarea fácil, pero las tareas fáciles me aburren... y sé que puedo fracasar, pero si lo hago, quiero estar segura de que hice todo lo que estaba en mis manos. No quiero NUNCA vivir en automático. Para cerrar, te dejo con  algo que dijo Fernando Birri:
¿Para qué sirve la utopía? La utopía está en el horizonte. Yo sé muy bien que nunca la alcanzaré,  que si yo camino diez pasos ella se moverá diez pasos. Cuanto más la busque, menos la encontraré porque ella se va alejando a medida que yo me acerco. Por mucho que yo camine nunca la voy a alcanzar. Buena pregunta, ¿para qué sirve la utopía? Pues la utopía sirve para eso: para caminar.
raya ¿Qué piensas de las fases del aprendizaje, y de Menganito? ¿Alguna vez sientes que el miedo te paraliza? ¿Cuál es tu estrategia para recuperar la esperanza? ¡Te espero en los comentarios!  

5 razones para cultivar nuestra comida (o al menos intentarlo)

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5 razones para cultivar nuestra comida (o al menos intentarlo)

Desde hace tiempo he tenido ganas de cultivar algunas cosas en casa. Vivo en un apartamento y tengo dos gatas, y pensaba que ese no era el panorama ideal para la agricultura urbana... pero hace unos días estuve desafiando esa idea y hoy te cuento un poco sobre lo que aprendí y pensé.

El fin de semana antepasado —¡por fin!— participé en un taller sobre huerta casera. Sembrar plantas comestibles era algo que tenía en mi lista de pendientes desde hace tiempo, especialmente desde que descubrí el blog de Plantea (¡hacen que se vea tan fácil y tan entretenido!) pero siempre lo aplazaba... creo que en el fondo tenía miedo de que me saliera mal. Por un lado, tengo "buena mano" para las plantas ornamentales, pero eso no necesariamente significa que se me vayan a dar bien las hortalizas; por otro lado, tengo dos gatas y —a pesar del desafío que implica— he logrado un delicado equilibrio entre ellas y las plantas (si tienes gatos en tu familia sabrás de qué estoy hablando), y sentía que no estaba preparada para traer más elementos a la ecuación. Pero hace unas semanas, Diana —una amiga muy querida— estuvo en el mismo taller organizado por Sativa, y llegó hablando maravillas de la experiencia, así que decidí darle un descanso a mis excusas y me inscribí para probar a ver qué pasaba. Fui, aprendí, sembré y me traje a casa una mini-huerta que me hace sentir orgullosa, a pesar de lo pequeñitas que están todavía todas las plantas. [caption id="attachment_2313" align="alignleft" width="800"]Mini-huerta La mini-huerta de R. La mía tiene albahaca, hierbabuena, tomates cherry, rúgula, tomillo... (obvio tendremos que transplantarlas cuando estén un poco más grandes).[/caption]

Siento que ha sido un proceso revelador en muchos sentidos

Todo esto me ha puesto a pensar en nuestra relación con la comida, con lo que compramos, con el suelo, con las personas que lo cultivan, los agroquímicos, los mercados campesinos, el "boom" de los cultivos orgánicos... digamos que en el fondo me imaginaba que cultivar mi propia comida me haría ver todo desde otra perspectiva, pero no sabía exactamente cuál iba a ser esa perspectiva. Y bueno, todavía no lo sé, porque apenas tengo un montón de plantas bebés a las que me moriría de pena de quitarles una hoja para comérmela... pero sí siento que ha sido un proceso revelador en muchos sentidos. Y por eso quise compartir esta lista, porque creo que los beneficios de tener una mini-huerta van mucho más allá de poder hacer bebidas aromáticas con hojas frescas (y esa ya es una muy buena razón). Aquí voy, con cinco razones por las que pienso que es importante cultivar nuestra propia comida (o al menos intentarlo): 1- Recuperar nuestra relación con lo que comemos Estamos desconectados de nuestra comida. Los supermercados están llenos de cosas ultra-procesadas, las etiquetas enumeran ingredientes impronunciables, importamos ajos desde China, no tenemos ni idea de cómo es la planta de la que sale la pimienta, compramos frutas que han pasado por tiranos concursos de belleza y cosificamos a los animales hasta tal punto que no nos importa someterlos a incontables atrocidades (que seríamos incapaces de presenciar) con tal de tener un trozo de carne para la cena. Y claro... cultivar una hierbabuena en la ventana de un apartamento no va a sacarnos mágicamente de ese círculo vicioso, pero creo que ese pequeño gesto encierra un enorme poder: el poder de producir en lugar de consumir, de sentir con nuestras propias manos los tallos de la planta, ver con nuestros propios ojos su crecimiento y, en últimas, ser más conscientes de la complejidad de los cultivos y las enormes dificultades con las que se pueden enfrentar. Teniendo una mini-huerta en la ventana vas a entender que los cultivos —aunque sean pequeños— requieren esfuerzo y dedicación. Es decir, vas a aprender a valorar el ciclo de vida de lo que te comes. Y, viendo crecer tus plantas, no vas a querer arrancarlas todas si sólo necesitas un par de hojas; es decir, vas empezar a pensar como una consumidora responsable. [caption id="attachment_2312" align="alignnone" width="800"]Plántulas, antes de sembrar Esto es básicamente una sala-cuna de plantas comestibles. Hay cilantro, menta, espinaca, hierbabuena, lechugas, acelgas, cebollín, tomillo...[/caption] 2. Entender el impacto de los agroquímicos El impacto de los agroquímicos es tal (contaminación del agua, empobrecimiento del suelo, enfermedades, disminución de biodiversidad, etc.) que difícilmente lo vamos a entender en su plena complejidad con una mini-huerta en la ventana; pero seguro vamos a darnos cuenta de —o a confirmar— la importancia de cultivar nuestra comida sin envenenar la tierra (y sin envenenarnos a nosotros mismos). A menos que todos los vegetales que compres vengan de cultivos orgánicos, lo más seguro es que estés consumiendo un montón de fertilizantes y pesticidas sintéticos sin darte cuenta... ¡horror! Y claro, es algo en lo que no nos gusta pensar mucho, así que por lo general hacemos la vista al lado y pensamos en otra cosa. Al cultivar en casa —creo yo— le damos proporción al asunto de los agroquímicos. Yo no compraría un pesticida para bañar las hojas de las plantas que cultivo, básicamente porque sería imposible ignorar el hecho de que mi comida está cubierta de veneno. Aquí se acaba el "ojos que no ven, corazón que no siente", y empezamos a darnos cuenta de la importancia y el valor de los cultivos que apuestan por modos de producción diferentes, más equilibrados con nuestra salud y la del planeta. [caption id="attachment_2324" align="alignnone" width="800"]Col rizada (y sin venenos) Esta es una de las maravillas que vi en la huerta de Andrea, la directora de Sativa y quien facilitaba el taller al que asistí. Qué ganas de ser capaz de cultivar una col tan grande y tan bonita :-) [/caption] 3. Valorar el trabajo de los campesinos y agricultores Como lo dije más arriba, es fácil desconectarnos de nuestra comida cuando todo está en empaques asépticos en un pasillo de supermercado; es fácil que olvidemos que lo que comemos viene de la tierra, y requiere el trabajo de otras personas. Sé que el asunto cambia de un país a otro, pero al menos en Colombia el 70% de los alimentos que se consumen son producidos por pequeños campesinos, y la situación de la vida en el campo en este país es cualquier cosa menos fácil. Entre el poder de los terratenientes, la falta de apoyo estatal, la creciente migración a la ciudad en busca de oportunidades, el desplazamiento forzado y el conflicto armado, los campesinos de Colombia viven en una situación de vulnerabilidad y olvido de la que la gente en la ciudad ni siquiera se entera. Tener una albahaca en la ventana no va a cambiar esa realidad, obviamente, ni va a mejorar mágicamente la situación de la gente del campo. Pero yo creo que, si empezamos a experimentar los encantos y dificultades del cultivo, podemos abrir una ventanita que nos permita una actitud más empática con la gente que cultiva la tierra. Ver con nuestros propios ojos el esfuerzo que requiere cultivar una sola planta (tarea que muchas veces incluso se nos sale de las manos) puede ser útil para entender las dificultades de las personas cuya subsistencia depende de la agricultura. 4. Valorar todos los tipos de belleza Plantas chicas, grandes, verdes claros y oscuros, rojos, hojas con mordiscos de bichos, hojas torcidas, frutos alargados, redondeados, colores desiguales, tubérculos torcidos... todo es bonito cuando lo has cultivado tú misma/o, da igual si se adapta a los estándares de belleza que impone el mercado. Se calcula que se desperdicia una tercera parte de la comida que se produce en el mundo... y si bien los estándares de belleza no son el único problema, si son parte importante de ese insostenible sistema en el que la comida va a parar a la basura mientras millones de personas mueren de hambre. De nuevo, cultivar un par de zanahorias en casa no va a resolver el problema, pero sí nos ayuda a valorar todas las diferentes bellezas de los vegetales. Si más gente siembra —al menos— un par de hierbas aromáticas en casa, creo que podemos tener la seguridad de que más personas van a entender que el valor de los vegetales que comemos no está en su apariencia, sino que va por dentro (y no nos haría ningún daño traducir ese aprendizaje a otros aspectos de la vida). [caption id="attachment_2329" align="alignnone" width="714"]Lechuga larga Así se ve una lechuga cuando florece: se estira, y se aleja del aspecto "aceptado" para las lechugas. Nunca la había visto (posiblemente tú tampoco) porque la lechuga "bonita" es la que no se alarga. ¡Ayyy! Estos estándares de belleza...[/caption] 5. Más crear, menos comprar No podemos crear una hoja de espinaca de la nada... pero casi: podemos cultivarla en casa, y tener una planta que crece y nos da alimento a cambio de un poco de agua, suelo bien nutrido y cuidados básicos. Todavía no me he comido una ensalada hecha con hojas que hayan salido de mi huerta, pero el día que lo haga sé que la disfrutaré como ninguna otra ensalada en el mundo porque sabré con claridad todo lo que hay detrás de cada trocito verde. Hay mucho potencial para la creación incluso en la más pequeña huerta casera. Soy una firme convencida del poder de crear, y en especial con respecto al acto —mucho más pasivo e irreflexivo— del consumir. Sembrar un par de plantas comestibles nos aleja, al menos un poquito, del papel de consumidor y nos da aprendizajes y autonomía, algo que no traen las bolsitas de infusión del supermercado. [caption id="attachment_2333" align="alignnone" width="800"]Tomillo limón ¡Tantas cosas bonitas pueden salir de una mini-huerta![/caption] raya Antes de despedirme, quiero mostrarte cómo se veía mi huerta cuando llegué del taller. Las plantas estaban todavía un poco "desmayadas" por estar recién trasplantadas; pero ya están erguidas y fuertes, ¡y ya empezaron a sacar hojas nuevas! [caption id="attachment_2335" align="alignnone" width="800"]Mi mini-huerta, ya en casa Y la mejor noticia: una de mis gatas masticó sólo una de las plantas, y después las dejó en paz. Así que, al menos por ahora, la convivencia entre gatas y plantas sigue siendo pacífica.[/caption] Y como las coincidencias son lo que son, justo la pasada Marta publicó en el blog de Plantea una guía súper completa para hacer un huerto en casa... que no me podía llegar en mejor momento. Es gratis, y la puedes encontrar aquí. ¿Tienes alguna planta comestible en casa? ¿Qué otras razones para cultivar en casa añadirías a la lista? ¡Te espero en los comentarios!  

La huella hídrica. Qué es, y por qué deberías interesarte en conocerla

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La huella hídrica. Qué es, y por qué deberías interesarte por conocerla

Colombia está atravesando una etapa de fuerte sequía debida al Fenómeno del niño. Pero el cuidado del agua no sólo es importante en los lugares secos... la vida en el planeta depende del agua, así que lo más lógico sería que todos nos preocupemos por el uso que hacemos de ese preciado —y frecuentemente subvalorado— recurso.

Hace poco vi un texto grafiteado en una pared cercana a una iglesia que decía "toda el agua es bendita... ¿usted sí sabía?". Varias semanas después me di cuenta de que hay una campaña nacional que dice "Toda agua es bendita. Cuídela. Todos contra el derroche". No sé cuál de los dos fue escrito primero, pero desde que leí esa frase me quedé pensando en que eso de "toda el agua es bendita" deberían enseñárnoslo con tanta o más dedicación que cuando nos enseñan a leer y escribir. Por ejemplo: aunque cerrar la llave mientras nos lavamos los dientes o mientras enjabonamos los platos parece ser un gesto obvio (¿para qué voy a dejar el agua corriendo si no la estoy usando?) hay muchas —muchísimas— personas que piensan que es demasiado inconveniente, o que da igual, porque el agua es muy barata. Claro, es que nos acostumbramos a valorar las cosas por su precio en el mercado... lo que me lleva a una frase que ya había compartido antes, pero que cae muy bien aquí: Todo necio confunde valor y precio Y no es que sea sólo culpa de nosotros, los usuarios y consumidores. El mercado (o mejor, las personas que lo manejan) manipula los precios a su parecer, ignorando muchísimos aspectos que —al menos desde el punto de vista lógico— deberían tenerse en cuenta. El agua es apenas uno de tantos ejemplos... podemos verlo también en los bajos precios de Zara (que se "compensan" con lo costosa que sale su producción en términos sociales y medioambientales), los precios bajísimos de la carne (que no corresponden con sus costos de producción, con su impacto ambiental y a la salud, y que se mantienen bajos gracias a subvenciones del gobierno). Pero bueno, eso es tema para otro día. El asunto con el uso responsable del agua es que, como pasa con la mayoría de temas relacionados con sostenibilidad, no hay una sola fórmula ni respuestas fáciles. Cerrar la llave mientras nos lavamos los dientes y tomar duchas cortas son gestos útiles e importantes, claro está; pero nuestro consumo de agua va mucho, muchísimo más allá de lo que pasa por el grifo y lo que pagamos en la factura de servicios públicos. Por eso quiero hablarte hoy de un concepto que puede que no conozcas, puede que sí, pero del que definitivamente no se habla lo suficiente: la huella hídrica. ¿Qué es la huella hídrica? Como la define la Comunidad Planeta Azul, "la huella hídrica de un país industria, o persona, se define como el volumen total de agua que se utiliza para la producción de los productos y servicios consumidos por los habitantes de dicho país, industria, o persona". Es decir, mi huella hídrica no sólo corresponde a la cantidad de litros o de metros cúbicos de agua que facture mi empresa de servicios públicos, sino a toda el agua que ha sido necesaria para la fabricación y producción de TODOS los bienes y servicios que consumo. La huella hídrica está formada por tres tipos de, digamos, "sub-huellas", que son la huella verde, la azul y la gris. La verde hace referencia a la lluvia que se almacena en el suelo, se evapora o se incorpora en el crecimiento de las plantas. La azul hace referencia al agua que se obtiene de recursos subterráneos o superficiales y que se evapora, se incorpora en un producto, o se toma de un cuerpo de agua y se lleva a otro. Por ejemplo, el agua que sale del grifo en casa puede venir del acueducto, el acuerducto la toma de un río, y después del uso y el tratamiento la devuelve al mismo río. Por último, la huella gris se refiere a la cantidad de agua dulce que se necesita para asimilar los contaminantes que son vertidos en las fuentes de agua, para mantener normas específicas de calidad de agua. Esto quiere decir que la huella hídrica tiene en cuenta también la cantidad de agua que resulta contaminada en todos esos procesos, y que se calcula a partir del uso directo e indirecto de agua (a ese último también se le dice agua virtual); por ejemplo: se necesita una taza de agua para preparar una taza de café, pero se calcula que se necesitan 132 litros de agua para producir el café que va en esa taza... eso incluye el agua para el cultivo, la producción, el transporte, etc, etc. 132 litros de huella hídrica en una taza de café. Sí, es bestial. Aquí te dejo unos datos para que puedes comparar las huellas hídricas de algunos productos y servicios comunes: Datos huella hídrica Esos son apenas algunos ejemplos. Puedes encontrar otros más en infografías como esta y esta, donde se presenta de manera muy visual y clara la información recolectada por la Water Footprint Network. ¿Qué quiere decir esto? Hace un tiempo te había contado que, según datos de la ONU, entre un 70 y 80% del agua dulce del planeta se usa para fines agropecuarios, un poco menos del 20% se usa en la industria y apenas un 6% corresponde al uso doméstico. Sí, sólo el 6%... pero ¿y todo lo demás? Como dice Toni Lordeiro en su libro "Consumir menos, vivir mejor" (por cierto, te lo súper recomiendo):

"Todo es consumo doméstico. La gran mayoría del agua (90%) se gasta en agricultura —riego— e industria. Pero ¿quién compra los tomates y los coches?"

Eso NO quiere decir que los ciudadanos "de a pie" no tengamos nada que ver con el derroche de agua... lo que quiere decir es que tenemos MUCHO que ver, sólo que no de la manera en la que creemos (¿o nos hacen creer?). Tampoco quiere decir que el ahorro en casa sea una pérdida de tiempo, NO. Lo que quiere decir es que vale la pena tener en cuenta que ahorras la misma cantidad de agua dejando de ducharte durante 3 semanas que lo que ahorras si dejas de comprar una hamburguesa. Suena loco, yo sé... el concepto de huella hídrica es complejo y a veces cuesta trabajo darle su justa dimensión. Pero las cosas son lo que son, y las medidas no me las inventé yo. Sí quiere decir (o al menos así es como yo lo veo) que tenemos mucho más poder —y por consiguiente mucha más responsabilidad— del que pensamos frente al derroche de agua dulce. Debemos cerrar las llaves y hacer un uso consciente en casa, claro que sí. Pero también debemos entender que cada decisión de consumo trae su propia huella hídrica... a veces pequeña, a veces descomunal, y que desde nuestro papel como consumidores es mucho lo que podemos hacer para que ese 90% de agua que se usa en agricultura e industria sea mejor utilizado. Claro, no todo depende de nosotros, pues hay políticas públicas y cuestiones legales que cambian de país a país, pero vivimos en un mundo en el que parece que el mercado lo mueve todo, así que no debemos olvidar que nuestras decisiones de compra y consumo suelen tener más peso que un voto en una urna. Muchas campañas oficiales se enfocan en invitar a la gente a hacer un uso responsable del agua en casa, mientras se pasa por alto el derroche que se hace en procesos agrícolas e industriales (como lo ilustra Skool of vegan). Muchas personas piensan que ahorrar agua en casa ni siquiera vale la pena, porque el mayor gasto sucede "lejos". Yo creo que en los dos casos falta una pieza... y esa pieza es la noción básica, lógica y sin embargo escurridiza de que en el planeta nada está tan lejos como creemos. Todo lo que pasa al otro lado del mundo tiene impacto, de una u otra manera, en lo que vivimos nosotros aquí, en nuestra casa. raya

Que la industria use mucha agua no es una justificación para derrocharla en casa

Enseñarle a la gente a ahorrar agua en casa es esencial, y es urgente que todos los gobiernos, escuelas y familias lo hagan; pero es una tarea hueca si no se enseña también qué es la huella hídrica y cómo se puede hacer presión para que en los ámbitos lejanos al hogar también se haga un uso responsable. Y claro, saber que el impacto mayor viene de la industria es importante, pero no hacemos nada si creemos que la industria es una cosa mágica y lejana que se mueve sola, y que nuestro papel como consumidores (directos o indirectos) no tiene nada que ver con eso. Que la industria use mucha agua no es una justificación para derrocharla en casa... pensar eso es tan absurdo como pensar que, como la industria gasta mucha plata en cosas que no tienen que ver con nosotros, da igual que tiremos nuestros billetes por la ventana (claro, a pocas personas se les ocurriría tirar billetes por la ventana, porque ese "valor" sí que nos lo han enseñado bien). Y hasta aquí mi revisión de la huella hídrica. Es un tema que da para tanto que bien podría hacerse un libro completo (este y este son ejemplos de ello), pero creo que con los datos que te comparto aquí te puedes hacer una idea de qué va todo el asunto. Me queda pendiente hacer una publicación con ideas puntuales para hacer un uso responsable del agua en casa, que creo que también vendría bien para ampliar la conversación. ¿Habías oído hablar de la huella hídrica? ¿Conocías el impacto que tienen algunos de los productos que menciono? ¿Qué prácticas aplicas en casa para hacer un consumo consciente del agua? ¡Te espero en los comentarios!  
  Todo esto que te estoy contando no me lo inventé yo, ni tres hippies que decidieron sentarse a escribir sobre el agua (no tengo nada contra los hippies, me aprovecho del término porque se usa con frecuencia de manera peyorativa para referirse a quienes nos preocupamos por el medio ambiente... pero de esto hablaremos otro día). Es el resultado de análisis y métodos de medida de impacto llevados a cabo por organizaciones internacionales como la UNESCO, y hasta hay una norma ISO que "identifica el potencial de los impactos ambientales relacionados con el agua; incluye las dimensiones geográfica y temporal pertinentes; identifica la cantidad de uso del agua y los cambios en la calidad del agua; y utiliza el conocimiento hidrológico."

Mi rutina de cuidado facial

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Mi rutina de cuidado facial

Como te había contado antes, cuando era chica sentía una extraña fascinación por los cajones del baño de las mujeres adultas: montones de productos faciales, todos esos empaques, texturas, perfumes, promesas de pieles perfectas; me imaginaba el momento en que los cajones de mi baño fueran como esos, llenos de cremas que salían en las revistas. Cremas que usaban las actrices y modelos. Cremas famosas.

Afortunadamente con el paso del tiempo fui descubriendo que el marketing suele ser un "amante cruel", que nos enamora sólo para aprovecharse de nuestras debilidades... debilidades que él mismo se encarga de incrementar, repitiéndonos hasta el cansancio que nuestro pelo podría ser más suave y más brillante, que nuestra piel debería ser para siempre joven, y que deberíamos salir corriendo a comprar todo lo que sirva para esconder nuestras manchas, arrugas e "imperfecciones". De hecho una vez leí una frase (no recuerdo quién la dijo) que me pareció dolorosamente real; era algo así: "si a las mujeres se les enseñara a estar contentas con su aspecto, las más grandes industrias del mundo se irían a la quiebra". Mal. Y no sólo eso... poco a poco me fui dando cuenta de que todos esos productos que venden para nuestra "belleza" suelen ser mezclas cargadas de ingredientes de dudosa reputación, son probados en animales por medio de técnicas absolutamente crueles (si le hicieran lo mismo a un humano hace rato estarían en la cárcel), y generan un impacto ambiental enorme desde su producción hasta el final de su ciclo de vida, cuando todos esos envases súper atractivos van a parar a la basura. ¿Cuánta fealdad podemos esconder detrás de nuestra búsqueda incansable por la belleza? Los humanos somos animales muy raros...

Por eso empecé a experimentar con ingredientes básicos...

En fin. El caso es que hace tiempo decidí que no quiero tener nada que ver con ese mundo. No quiero darle mi plata a una industria que se lucra con la inseguridad de las mujeres —y de los hombres, cada vez más—, que tortura a los animales en nombre de la "belleza" y que nos promete "recuperar la salud" de la piel mientras acaba con la salud del planeta. Por eso empecé a experimentar con ingredientes básicos y así, lentamente, he creado mi propia rutina de cuidado facial que no tiene nada que ver con grandes marcas, es 100% libre de crueldad (no hay pruebas en animales ni ingredientes de origen animal) y genera poco o nada de residuos. Buena para mí, para los animales y para el planeta... ¿se puede pedir algo más? Y hoy te quiero contar en qué consiste esa rutina. No lo hago esperando a que la adoptes al 100%, pues cada piel es diferente y se beneficia de cosas distintas, sino para darte algunas ideas que tal vez te puedan resultar útiles en la creación de tu propia rutina de cuidado, y para que veas que no es difícil mimar la piel con ingredientes más amables. La divido así: limpieza, hidratación y mimos adicionales. Aquí va: Limpieza Antes usaba un limpiador de Eucerin y tónicos de Nivea o L'Oreal (aplicados con copos de algodón desechable, obvio). Estaba convencida de que si usaba jabón en la cara se me iba a poner la piel como un zapato viejo y que si dejaba de usar el tónico X o Y me iba a llenar de granos. Y no fue el caso. Ahora me lavo la cara en la ducha con el mismo jabón artesanal que uso como champú (¡me gustan las cosas versátiles!), y en la noche uso un tónico de vinagre de manzana que hago yo misma (1 parte de vinagre × 4 partes de agua), aplicándolo con un disco reutilizable de tela de algodón. He probado diferentes concentraciones de vinagre en el tónico y ésta es la que más me ha gustado, pero se puede ajustar al tipo de piel: más concentrado para pieles más grasas, o más diluido para pieles más secas y sensibles. Limpieza facial Me maquillo poco, pero cuando lo hago uso aceite de coco como desmaquillante, aplicándolo directamente en la piel con los dedos y limpiando con un disco de tela empapado con agua. ¡Así de simple! Antes usaba cremas hidratantes de Eucerin, Avène, Cetaphil o de otra marca que ya ni recuerdo. Tengo la piel mixta (tirando más a seca que a grasa) y sensible, y me ponía nerviosa la idea de probar cosas que no dijeran "piel sensible" o "piel mixta" en la etiqueta, como si eso fuera garantía de algo... En algún momento leí sobre el uso de aceite de coco como hidratante y me decidí a probar, aprovechando que tenía un frasco de aceite que había comprado para una receta. Lo hice en la noche porque me daba la sensación de que iba a quedar como si me hubiera dado un baño en un sartén para freír, y —debo confesar— lo hice temiendo que iba a despertarme invadida de granos en la cara. Pero no fue así... el aceite se absorbió rapidísimo y me desperté sintiendo la piel suave e hidratada. Sé que no a todo el mundo le funciona, pero yo ya no cambio a los aceites por nada. Ahora uso aceite de rosa mosqueta, de jojoba o de coco en la mañana, y en la noche uso una mezcla (hecha en casa) de aceite de macadamia, argán y árbol del té, o una mousse (también hecha en casa) de manteca de karité y aceite de coco. Hidratación Cada aceite tiene propiedades distintas, y puedes hacer mezclas hasta el infinito y más allá, según lo que tu piel necesite y lo que veas que funcione. Se necesitan apenas unas gotas para hidratar toda la cara y el cuello así que rinden un montón, y por lo general vienen en envases de vidrio que se pueden reutilizar para hacer nuevas mezclas después. Mimos adicionales Siempre fui medio floja para el tema de mascarillas, exfoliantes y todo eso... creo que en parte porque me parecían ridículamente caros los tratamientos que vendían las mismas marcas que usaba para cremas y limpiadores (y es que lo son). Así que, cuando descubrí la cantidad de cosas que se pueden hacer con ingredientes que se tienen en casa, descubrí también cuánto disfruto esos cuidados adicionales y cuánto bien le hacen a la piel. Sólo un par de veces compré mascarillas comerciales, y fue hace tanto tiempo que ya ni recuerdo de qué marca eran. Ahora aprovecho ingredientes que tengo en casa para hacerme mascarillas un par de veces por semana (aunque la verdad es que no soy muy constante y a veces paso varias semanas sin hacerme ni una). Uso caolín (con el que también preparo mi propio talco), vitamina C, aloe y cúrcuma, según lo que tenga a la mano. Con el caolín hago una pasta mezclándolo con agua, es absorbente y ayuda a balancear la piel y a quitar el exceso de grasa. La vitamina C la disuelvo en agua (a un 10% más o menos) como tratamiento nutritivo; aumenta la producción de colágeno, reduce los efectos de la exposición al cloro (en las piscinas, por ejemplo) y se dice que también ayuda a mantener un tono más parejo en la piel y a reducir las manchas generadas por el sol. El aloe lo uso así tal cual como viene de la planta. Suelo tener una rama en la nevera a la que le voy cortando pedacitos, y lo aplico en la cara como si fuera una crema. A veces me lavo la cara después de un rato, a veces me lo dejo toda la noche. Con la cúrcuma también hago una pasta mezclándola con aceite de coco, la aplico, la dejo actuar un rato y me lavo bien la cara después de usarla. Esta da susto porque deja la piel amarilla, pero es cuestión de aplicarla en la noche y lavar bien después. Sirve también para las manchas en la piel. Mimos adicionales Se pueden hacer también mascarillas con avena, aguacate, banano, y con otro montón de cosas que tenemos en casa, pero estas que te cuento son las que uso yo. raya ¿Y el resultado? Mi piel está sana y menos "mañosa" que cuando usaba todos esos productos comerciales. No le estoy poniendo aditivos sospechosos a mi cuerpo, evito completamente las pruebas en animales, puedo "tunear" las recetas según me parezca, genero muchísima menos basura y ahorro plata. Hasta ahora no le veo ni media desventaja. Todo esto es el resultado de un proceso de búsqueda, de prueba y error. Esta es la rutina que encontré que funciona bien para mí y para mi tipo de piel, y puede que no funcione para ti (o al menos no al 100%); pero, como te dije al principio, mi invitación no es necesariamente a que "copies y pegues" mi rutina, sino a que empieces tu propia búsqueda y le pierdas el miedo a los ingredientes básicos, y así poco a poco vas a ver que para cuidar la piel no necesitas empaques suntuosos, pruebas en animales, componentes impronunciables ni marcas famosas. Te recomiendo la mini-guía que publicó hace tiempo Ana, de Orgánicus, con algunas cosas que debes tener en cuenta para entender el mundo de los cosméticos. Y bueno, todo su blog, que ha sido clave en mi propio proceso de búsqueda y experimentación. ¿Cómo es tu rutina de cuidado facial? ¿Has probado alguna de las cosas que menciono? ¿Cuáles son tus ingredientes favoritos? ¡Te espero en los comentarios!

Charlando con: Meli & Marina, de Artículo 41 (+ una invitación + un sorteo)

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Charlando con Meli & Marina, de Artículo 41

Podría contarte cómo llegué a conocer el trabajo de Meli y Marina, pero hay tantas historias detrás que me llevaría una publicación completa. Así que voy a resumirlo así: pasó por una serie de conexiones (porque todo está conectado) y, en parte, gracias a la magia de internet.

El caso es que llegué a un álbum de Facebook con fotos de un evento que se llamaba "Club de reparadores", y que se llevaba a cabo en Argentina. Sólo con el nombre ya me sentí enganchada y empecé a mirar una a una las imágenes; y a sentirme feliz, porque siempre me siento feliz cuando encuentro proyectos tan bien pensados y tan bonitos como este. Supongo que con el nombre ya sabes más o menos en qué consiste, pero te cuento un poco más para que tengas una idea más clara: El Club de Reparadores es un evento itinerante de reparación colectiva, con el cual buscan darle importancia a la reparación como estrategia para el consumo responsable y sostenible. Es abierto y gratuito, y la idea es que la gente comparta y aprenda a reparar, también para fortalecer lazos comunitarios. [caption id="attachment_2414" align="alignnone" width="960"]Reparar es cuidar el planeta Con un texto como este, es imposible no enamorarse del Club de reparadores ♥[/caption] Todo esto nace de un proyecto "mamá" que se llama Artículo 41. Pero no voy a ser yo quien te cuente en qué consiste, porque para eso tuve la suerte de entrevistar a Meli, quien —junto a Marina— le da vida a esta iniciativa. Aquí va:

Mariana: ¿Qué es "Artículo 41"? ¿De dónde nace la idea?

Meli: Artículo 41 es un proyecto impulsado por Marina Pla y quien escribe, Melina Scioli, desde donde promovemos la sustentabilidad a través de proyectos y acciones de comunicación y participación ciudadana. Buscamos que a través de nuestra práctica se ponga en valor y se cumpla el Artículo 41 de la Constitución Nacional Argentina, del cual tomamos el nombre, que postula:
 "Todos los habitantes gozan del derecho a un ambiente sano, equilibrado, apto para el desarrollo humano y para que las actividades productivas satisfagan las necesidades presentes sin comprometer las de las generaciones futuras; y tienen el deber de preservarlo.(...)”.
Simplemente nos tomamos el Art. 41 muy en serio y queríamos poner nuestra energía en su difusión, promoción y cumplimiento.

Puede que la mayoría de la gente ni siquiera sepa que se habla de sostenibilidad en la constitución de su país... ¿cómo ha reaccionado la gente a la información que dan a través de Artículo 41?

Tenemos que admitir que también fue nuestro caso. Cuando descubrimos el Artículo 41 hace unos años, coincidía con una sensación de que la sustentabilidad se estaba convirtiendo simplemente en una cuestión de marketing y moda. Encontrar legislación que casi toma palabra por palabra aquella primera definición de desarrollo sustentable incluida en “Our common future” (World Commission on Environment and Development, 1987), nos hizo querer gritarlo a los cuatro vientos para anclar la sustentabilidad como un derecho y no sólo una tendencia. Fue así que empezamos haciendo pósters en una imprenta familiar tradicional de tipos móviles para difundir el Art. 41 en el espacio público. Un espacio minado de mensajes comerciales en donde es difícil encontrar mensajes no vinculados con el consumo, y donde buscábamos que el Art. 41 dé batalla. [caption id="attachment_2419" align="alignnone" width="1024"]Artículo 41, en Brasil No sólo han difundido el Artículo 41 de la Constitución de Argentina, sino también sus equivalentes legislativos en Brasil, Australia y EEUU.[/caption]

¿Desde cuándo empezó tu preocupación por temas ambientales? ¿Cómo ha influido "Artículo 41" en eso?

En mi caso, suelo hacer el chiste que en el año que nací, 1986, según WWF la tierra comenzó a utilizar más recursos de los que podía regenerar, y que por eso para mí trabajar en temas de sustentabilidad es casi algo kármico. Pero en términos concretos, durante la última etapa de mis estudios en artes visuales me encontraba conceptualizando constantemente la relación entre la sociedad y los recursos. Pero en ese momento en Buenos Aires, recién se empezaba a hablar del tema: separación de residuos, energías renovables, techos verdes eran conceptos extraños. Por esos años viví un tiempo en España, en donde la separación de residuos, por ejemplo, era una práctica cotidiana y me envalentonó para volver y hacer que suceda en mi ciudad. Desde entonces, golpeando puertas de muchas oficinas públicas como vecina, después desde diferentes ONGs y en el último tiempo desde la Legislatura de la ciudad fui trabajando en pos de estos temas. Artículo 41 es la síntesis de ese camino, desde donde con Marina Pla buscamos establecer los puentes para que la sustentabilidad no sea una idea sino una práctica. [caption id="attachment_2427" align="alignnone" width="1024"]Artículo 41 en Sidney Un afiche de Artículo 41, con su ley equivalente en Australia, en la marcha por el clima que se hizo en Sidney.[/caption]

¿Qué es lo que más te ha gustado del proceso de desarrollar este proyecto?

Creo que lo más valioso es la respuesta de la gente a lo que hacemos. Hay una magia extraña detrás de los proyectos que redunda en actos extraordinarios. Eso nos motiva a seguir creyendo y creando.

¿De dónde viene la idea del Club de Reparadores? ¿Cuántas versiones ha tenido? ¿Cuántas personas (aprox.) han participado?

Club de Reparadores era una idea que existía en nuestro cajón de sastre desde hace tiempo. Que de por sí no es nueva, ya que es algo que existe con distintos formatos en diferentes partes del mundo, pero que sin embargo nadie había implementado aún en Argentina. Trabajamos el proyecto en el marco de una convocatoria de Exploración a cargo de A77, un estudio de arquitectura que admiramos, y junto con ellos creamos un artefacto móvil que sirvió de espacio de taller para la primera edición de Club de Reparadores en una plaza del espacio público en Buenos Aires. [caption id="attachment_2421" align="alignnone" width="840"]Club de reparadores "Comprar menos, elegir bien, hacerlo durar". ¡Como un mantra de consumo responsable! Además, dan ganas de estar ahí aunque no tengamos nada para reparar, ¿no?[/caption] El Club de Reparadores es un evento itinerante de reparación colectiva. Misión cumplida, efectivamente se repararon objetos, y con el entusiasmo de esta primera jornada —a la que se acercaron entre 30-40 personas— programamos una segunda. Esta vez fue en Bariloche, Patagonia, en donde nos aliamos con un Laboratorio de fabricación digital, Fab Lab Brc, para que nos diera soporte con el espacio y herramientas. La sonrisa después de cada edición nos dura unos cuantos días y la repercusión nos conmueve. [caption id="attachment_2378" align="alignnone" width="840"]Mapeado de reparadores En el Club de reparadores también se comparten mapas para que la gente encuentre fácilmente a los reparadores locales, que siguen estando ahí, aunque el evento no esté.[/caption]

¿Qué otras cosas te gustaría (o planeas) hacer a través de Artículo 41?

Por suerte el listado de proyectos que tenemos como ideas crece, y poco a poco vamos concretando y tachando. Ahora estamos en proceso de escalar el Club de Reparadores para que se pueda hacer en todo el país por quien quiera organizar una edición. Para eso estamos puliendo la dinámica y desarrollando un Manual del Club de Reparadores. Revelamos un poco: Estamos entusiasmadas en hacer una línea de eco-productos con materiales post-consumo, para pasar de la acción al objeto por un rato. ¡Los mantendremos al tanto!

Por último, ¿qué recomendaciones tienes para aquellas personas que también están preocupadas por el medio ambiente, y quieren generar proyectos que inviten a más personas a participar, preocuparse y actuar?

¡Hacerlo! En la medida en que el sentido crítico se vuelva más común estamos bien encaminados. La única manera de generar un cambio es desde lo pequeño y de ahí en adelante como la gota que orada la piedra. El cambio climático era un tema al que hasta hace unos años se le hacía la vista gorda y hoy está en cualquier plataforma de campaña política. Es a través de un trabajo conjunto entre vecinos, organizaciones y activistas que estos temas llegan a la agenda de las ciudades y países, y son los ciudadanos los que se los tienen que apropiar y exigir. Así que a quien esté arrancando un proyecto, ¡enhorabuena, hay mucho por hacer! Artículo 41  
  Al descubrir Artículo 41 me emocioné, y quise saber si existía algo similar en la Constitución Política de Colombia. ¡Y existe! Aquí es el artículo 79. Cuando lo leí por primera vez sentí una mezcla de cosas: mucha felicidad, y profunda decepción y sensación de impotencia. Felicidad de saber que la sostenibilidad tiene el lugar que se merece, en la que se supone que es la "ley máxima y suprema" del país. Y decepción e impotencia al ver que, aún estando escrita de manera tan clara y contundente, es una ley prácticamente desconocida, y (como pasa con tantas otras) cotidianamente atropellada. Pero yo creo que el conocimiento es poder, y que el hecho de que existan Artículos como el 42, el 79 y todos sus equivalentes en otros países es una muestra de que la sostenibilidad tiene que empezar a tratarse con el compromiso que merece. Los ciudadanos debemos conocer estas leyes y tenemos el derecho (¡y el deber!) de ejercer presión para que se cumplan. Así que, para pasar a la acción, pensamos en un proyecto en conjunto (que es el eje de esta sección de "Charlando con..."), y la idea fue evolucionando y se convirtió más bien en una invitación abierta en la que quiero que te animes a participar: La invitación Meli, Marina y yo, queremos que el mensaje de Artículo 41 se difunda por todas partes. Que toda la gente sepa dónde está "parada" la sostenibilidad en las leyes de su país, para empezar a generar una discusión más amplia en torno a este tema tan importante y tan urgente. Queremos hacer valer nuestro derecho a un #AmbienteSano en un momento en que la sostenibilidad se está convirtiendo en una palabra de moda, pero que a veces parece que sólo busca maquillar el mismo sistema que denuncia, y acudir a la legislación para anclar su significado nos parece más necesario que nunca. ¿Existe en tu país legislación que establezca el derecho a un #AmbienteSano? Te invitamos a encontrarla y hacer un póster, un dibujo, una postal, una foto, una canción, una coreografía, una animación, un video corto o lo que se te ocurra con ella, y compartirlo con nosotras (y con tanta gente como quieras).
Lo puedes enviar a articulonumero41@gmail.com o a mariana@cualquiercositaescarino.com, o lo puedes compartir a través de Facebook o Instagram con el hashtag #AmbienteSano y el # de la legislación de tu país. Por ejemplo: Colombia> #AmbienteSano #Articulo79, Argentina> #AmbienteSano #Articulo41. Y recuerda etiquetarnos a @Marianamatija y @Artículo41 (en Instagram) y a Cualquier cosita es cariño y Artículo 41 en Facebook.

Tienes tiempo hasta el 03 de Abril. Estamos armando una sorpresa en conjunto para el Día de la Tierra, así que cuantas más personas participen, ¡muchísimo mejor!

Nosotras ya adelantamos parte de la tarea, y hemos recopilado las leyes de varios países; las puedes encontrar todas en este PDF. Si no aparece la de tu país, la puedes encontrar fácilmente en Google así: medio ambiente + constitución + tu país. Si no la encuentras, envíame un correo o déjame un comentario y te la ayudo a buscar :-) El sorteo Si estás en Argentina o Colombia, además participas en un sorteo por un afiche/póster hecho en imprenta tradicional de tipos móviles, con el Artículo 41 y el Artículo 79 respectivamente. Los ganadores se anunciarán el 22 de Abril.  

  Espero que para este momento estés tan enamorada/o de los proyectos de Meli y Marina como lo estoy yo, y que estés planeando todas las maneras en las que vas a ayudarnos a difundir estas leyes, para que toda la gente las conozca, y todos sepamos que tenemos el derecho y el deber de hacer que la sostenibilidad exista y se respete. ¿Sabías de la existencia de estas leyes? ¿Conocías alguno de los proyectos de Meli y Marina? ¿Te gustó Art. 41 y el Club de reparadores? ¡Te espero en los comentarios!

20 preguntas y respuestas sobre la copa menstrual

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20 preguntas y respuestas sobre la copa menstrual

Hace casi exactamente un año publiqué una entrada sobre la copa menstrual. Ha sido una de las publicaciones más comentadas y más compartidas, así que puedo decir con confianza que no estoy sola cuando afirmo que ha sido "la mejor compra de la vida".

La semana pasada, como parte de la serie que estoy haciendo con mis "antes y después", publiqué una imagen en la que cuento por qué me parece que la copa es la mejor opción, y cuáles son las ventajas frente a las toallas y tampones. Todas las imágenes de la serie han tenido buena acogida, pero esta generó un tsunami de comentarios que jamás habría podido calcular. Perdí el hilo por completo, y si no fuera por varias lectoras que han estado súper comprometidas con la causa (¡muchísimas gracias chicas! ♥), ayudándome a responder dudas y comentarios, creo que para este momento habría perdido por completo la cabeza. Para mí, lo que pasó con esa imagen deja tres cosas claras: 1) muchas mujeres adoran la copa (como yo), 2) muchas otras sienten mucha curiosidad al respecto, y 3) este es un tema del que hace falta hablar más, con menos tabú y con más respeto por nuestro cuerpo. Esto último lo digo porque —a pesar del tono respetuoso y amigable que ha usado la grandísima mayoría de la gente que comenta— no han faltado los comentarios agresivos de gente que se siente "ofendida" por el hecho de que se hable sobre el ciclo menstrual y sobre el cuerpo femenino. Con todas las preguntas que surgieron, decidí que es importante dedicarle otra publicación; una que esté enfocada a resolver las dudas más comunes (¿y otras tal vez no tan comunes?) y que sirva como guía para todas las mujeres que sienten curiosidad por este tema y que no han encontrado todavía un lugar en el que lo puedan discutir abiertamente, o preguntar con confianza todo lo que quieran preguntar (aunque eso en parte ya pasó en la publicación de Facebook). Va a ser una publicación larga —¡mucho más de lo normal!— pues quiero cubrir buen terreno con las respuestas. Puedes buscar directamente la pregunta que te interese, y así no te tienes que leer todo el texto, si no quieres. Antes de empezar, dos aclaraciones importantísimas: No soy médica ni ginecóloga Esto lo escribo a partir de mi experiencia personal, y de lo que he leído con respecto al uso de la copa y las experiencias de otras usuarias. Por lo tanto aquí no hay opiniones profesionales. Si tienes dudas relacionadas con tu salud, consúltalas con tu médica/o de cabecera, pues yo no estoy capacitada para responder ese tipo de preguntas. No estoy vendiendo nada No soy distribuidora de copas menstruales. Esta no es una publicación patrocinada, y no recibo un solo centavo por escribir esto. No estoy tratando de promover una marca sobre la otra ni haciendo publicidad a un fabricante específico. Sí estoy promoviendo el uso de la copa en general, pues me parece una opción amigable con el cuerpo, la mente, el planeta y el bolsillo. De eso ya hablé con más detalle aquí. Ahora sí, vamos al grano: 10 preguntas y respuestas sobre la copa menstrual

1. ¿Qué es la copa?

Wikipedia lo define con suficiente claridad: es un recipiente que se inserta en la vagina durante la menstruación para depositar el flujo menstrual. A diferencia de los tampones, que también se usan internamente, la copa menstrual no absorbe la sangre; ésta queda contenida en el interior de la copa hasta que se extrae de la vagina y se desecha el líquido.

2. ¿Cómo funciona?

Hay gente que ya lo ha explicado muchísimo mejor de lo que yo lo podría hacer. Aquí hay un video tipo "clase de biología", que no sólo explica cómo se usa la copa sino algunas cosas básicas de anatomía femenina (importantísimo, porque muchas veces no sabemos ni lo que tenemos ahí abajo). Aquí puedes ver otro video que también lo explica, y aquí puedes encontrar instrucciones en inglés, pero súper bien ilustradas.

3. ¿Es higiénica?

Las copas menstruales (las de buena calidad al menos) están fabricadas en materiales hipoalergénicos, que no generan ambientes aptos para el desarrollo de bacterias y que son seguros para usar en contacto con el cuerpo. En todo caso, que sea o no higiénica depende del uso que le das: si tienes un uso cuidadoso y aplicas el sentido común, es perfectamente higiénica. Si nunca te lavas las manos, pues seguramente no vas a tener una buena experiencia. Algunas personas piensan que es "asqueroso" usar copa menstrual, pues debes estar en contacto con tu cuerpo y —al menos en pequeñas cantidades— con tu flujo menstrual. De aquí, probablemente, es de donde viene la mayor cantidad de inseguridades en torno al uso de la copa. Lo cual nos lleva a la siguiente pregunta:

4. ¿No es un método asqueroso? 

No, no lo es. La menstruación (aunque nos martillen la cabeza todos los días con esta idea) no tiene nada de asquerosa. Es un proceso natural por el que pasamos todas las mujeres, es decir, la mitad de la humanidad. No es una anormalidad, no es una enfermedad, no es una infección que debas evitar. Cuanto antes empieces a hacer el ejercicio de sacar esa idea de tu cabeza, mejor para ti. Ahora, frente a estas ideas hay gente que dice "si no es asquerosa, entonces no uses nada y anda por la vida con la ropa manchada de sangre", lo cual es una falacia del espantapájaros. Que no sea asquerosa no significa que tengas que manchar toda tu ropa o andar haciéndole mascarillas a tus amigos con el flujo menstrual (y si quisieras hacerlo y tus amigos están de acuerdo ¡pues adelante!), significa simplemente que podemos hablar del tema sin que se nos pongan los pelos de punta y sin sentir que estamos pecando, o faltándole al respeto a la humanidad (que, repito, la mitad de la humanidad menstrúa en todo caso). ¿No son mejores las toallas y los tampones?

5. ¿No son mejores los tampones y las toallas?

Las toallas son básicamente un receptáculo de sangre en descomposición. De ahí vienen malos olores, irritaciones en la piel y posibles infecciones. Los tampones son absorbentes que quieren absorber hasta cuando no hay nada para absorber. Resecan el canal vaginal, y vienen con el horroroso riesgo del Síndrome de Shock Tóxico. Por otro lado, tanto toallas como tampones están fabricados con ingredientes que son poco amigables con el cuerpo, incluyendo algodón lleno de Glifosato. Eso SÍ es asqueroso. Hay otros productos reutilizables (toallas, esponjas de mar, ropa interior absorbente...), pero sólo he usado la copa, así que no te puedo dar una opinión bien informada sobre los beneficios de otros métodos. Eso sí: no me cabe duda de que siguen siendo mejores opciones que las toallas y tampones comerciales. Cualquier cosa es mejor que meterle Glifosato al cuerpo y enviar toneladas de basura no biodegradable a los rellenos sanitarios. ¿No?

6. ¿Es incómoda? ¿Duele?

Al principio puede ser incómodo el proceso de ponerla y quitarla, porque es algo nuevo, y es "raro" estar en contacto con tu cuerpo. Pero la copa no es incómoda... una vez puesta (bien puesta) no sientes absolutamente nada, nada de nada. Te olvidas de que está ahí. Si no eres cuidadosa al momento de ponerla o quitarla, puedes sentir dolor... pero esto es sentido común: estás tocando una parte súper sensible de tu cuerpo, así que si te lo tomas con calma no tiene por qué haber ningún malestar. Y, de nuevo, mientras está puesta no se siente, así que tampoco duele. (Tip: para insertarla fácilmente puedes humedecerla con agua, y los primeros días —mientras te acostumbras— puedes usar un poquitín de lubricante). ¿Son todas iguales?

7. ¿Son todas iguales?

No. Hay diferentes tallas, muchas marcas, y hasta hay marcas "Acme" fabricadas con materiales poco confiables. Por eso es importante que hagas una buena búsqueda y, si te decides, compres una que tenga registro sanitario en EEUU o en su país de origen (lo amplío en la siguiente pregunta). Los materiales que deberías buscar son: silicona quirúrgica, látex o TPE. La que yo uso es de silicona, y según he leído, ese es el material más duradero. Cada marca ofrece tallas, formas, consistencias y hasta colores diferentes. En Opciones Menstruales hay una guía muy completa con tips para seleccionar una copa menstrual que se adapte a ti.

8. ¿Tienen registro sanitario?

No todas, y no en todas partes. Al tratarse de un producto "nuevo" (realmente no tiene nada de nuevo, existe desde la década de los 30 pero recién ahora está recibiendo el protagonismo que se merece), todavía es difícil conseguirla en comercios comunes, no hay muchas empresas registradas importándolas, y por lo general se consiguen a través de distribuidores independientes (al menos en Colombia). Ahora, que una copa específica no esté registrada en Colombia (por ejemplo) no significa que sea nociva para la salud. Simplemente significa que todavía no hay "mercado" para esa marca, y que hay que fijarse si tiene registro en otro lado. Muchas marcas están aprobadas por la FDA en EEUU (debido a que ese país es un punto comercial tan importante) y eso es al menos parcialmente una garantía de calidad. Digo "parcialmente" porque no debemos olvidarnos de que en estas cosas siempre hay intereses comerciales y mucho lobbying. Por esta razón es que tenemos tampones que tienen todos los registros sanitarios habidos y por haber, a pesar de estar llenos de ingredientes tóxicos. Por eso un registro sanitario es una buena señal, pero lamentablemente tampoco es que sea garantía de nada. ¿Dónde puedo comprarla?

9. ¿Dónde puedo comprarla?

En muchas partes, pero no tengo datos específicos de puntos de venta. La manera más fácil de saber dónde la puedes comprar es usar Google. Pones "copa menstrual (y aquí añades tu ciudad o país)", y te salen varias opciones, incluyendo páginas de Facebook de distribuidores independientes. También puedes consultar todo lo que ya se ha dicho en los comentarios de esta imagen y de esta otra.

IMPORTANTE: Por favor no dejes comentarios preguntando dónde comprarla, ni ofreciéndote como vendedora. Todos los comentarios que estén enfocados a comprar o vender copas serán eliminados. 

10. ¿Es fácil de usar?

Sí, asumiendo que te sientes cómoda conociendo —y tocando— tu cuerpo. En todo caso es un producto muy diferente a lo que solemos estar acostumbradas a usar (toallas y tampones) y requiere un proceso de adaptación. Los primeros ciclos seguramente te va a resultar un poco más difícil el proceso de ponerla y quitarla, así como dominar la "logística" del enjuage, la esterilización, etc. Pero con el tiempo le vas a tomar más confianza y la vas a aprender a usar sin complicaciones y sin problemas. Mi recomendación (y lo que yo hice cuando la empecé a usar): practica con la copa en días que no tengas sangrado, probando a ponerla, quitarla, dejarla un par de horas a ver qué tal te sientes. Así tienes la tranquilidad de saber que no va a haber filtraciones, y puedes experimentar hasta que sientas que ya sabes usarla más o menos bien. Después puedes "lanzarte" a probar qué tal te va en los días de sangrado.

11. ¿Puede haber derrames o filtraciones? ¿Me puedo "manchar"?

Sí, puede haber, pero no debería ser así. Una copa de talla adecuada y bien puesta no debería permitir ninguna filtración. Si hay derrames o filtraciones puede ser que la copa no esté bien puesta, o que estés usando una talla que no es adecuada para ti. Este artículo ilustra muy bien una de las razones por las que puedes tener filtraciones, y en este video (en inglés) se explican otras posibles razones, de manera muy visual, así que es posible que lo entiendas bien aunque no hables inglés (no he encontrado ninguno tan bueno como ese en español, una lástima). Copa llena

12. ¿Cuánto tiempo puedo tenerla puesta? ¿Qué tanto líquido aguanta? ¿Llega a llenarse?

Depende del tamaño de la copa y de tu cantidad de flujo. Según el tamaño de la copa, puede contener entre 15 (la más pequeñita) y 42 mililitros (la XL) de líquido; las copas de talla "promedio" aguantan aprox. 30 ml. Según tu cantidad de flujo, puedes tenerla puesta hasta 12 horas sin ningún problema, y sin preocuparte por cosas como el Síndrome de Shock Tóxico. Hasta ahora, nunca me ha pasado que se llene del todo, ni siquiera cuando la he dejado 12 horas... pero obvio, eso depende de cada mujer y de cada cuerpo.

13. ¿Puedo usarla mientras duermo? ¿Mientras hago deporte? ¿Mientras tengo relaciones sexuales? ¿Puedo usarla si nunca he tenido relaciones sexuales?

Puedes usarla mientras duermes. Mi recomendación es que la vacíes justo antes de acostarte y justo cuando te levantas, para evitar que haya derrames si acaso se llega a llenar mucho en la noche. Puedes usarla mientras haces deporte. Yo la he usado mientras hago yoga y también para nadar, y nunca he tenido ni medio problema. No deberías usarla mientras tienes relaciones sexuales con penetración, pues puedes hacerte daño (y hacerle daño a tu pareja). Sí, la puedes usar aunque nunca hayas tenido relaciones sexuales. Las chicas de Opciones menstruales lo explican con claridad en este artículo.

14. ¿Puede salirse inesperadamente? ¿Puede "perderse" dentro de mi cuerpo?

No tendría por qué salirse, pues está bien "abrazada" por tus músculos vaginales. No se me ocurre en qué situación podría pasar que se saliera así porque sí, a menos que estés haciendo un esfuerzo desproporcionado, que ya en todo caso no sería saludable para ti. Si sientes que cuando vas al baño a hacer caca (sí, dije caca y nadie se murió por eso) se te puede salir la copa, puedes retirarla antes y aprovechar para vaciarla y enjuagarla, pero por lo general no es necesario. No puede perderse en tu cuerpo, porque no tiene a donde ir. La vagina no es un canal infinito con un agujero negro en el fondo, sino que termina en el cérvix, donde empieza el útero, y de ahí es imposible que la copa pase. Si la has tenido puesta durante un buen rato es posible que se haya ido subiendo un poco por el canal vaginal y que cueste trabajo alcanzarla. En ese caso, te puedes poner en cuclillas y "pujar" un poco, y vas a ver que baja inmediatamente.

15. ¿Cómo se saca?

Esto ya lo explica el video del principio, pero es una pregunta tan frecuente que se merece un punto aparte. La copa genera un sutil efecto de vacío en el canal vaginal, es así como evita que la sangre pase. Para quitarla, es necesario romper ese "sello" que genera, pellizcándola en la base o insertando un dedo para hacer un poco de presión por un lado, hasta que entre aire y la copa pueda salir sin problema. No trates de sacarla por las malas, pues no va a ser una experiencia agradable. Cuando sabes sacarla no tiene por qué generar ningún malestar ni incomodidad. ¿Cómo se limpia?

16. ¿Cómo se limpia?

Antes de usarla, siempre debes esterilizarla poniéndola a hervir en una olla con agua durante unos tres minutos. SIEMPRE: cuando la recibes y está nueva, y cada vez que empiece un nuevo ciclo y debas usarla de nuevo. Esto igual lo dice el manual de instrucciones que viene con la copa. Durante los días de sangrado, basta con que la laves bien una vez al día; puedes hacerlo mientras te duchas, y puedes usar jabón siempre y cuando sea suave y no tenga perfumes que puedan resultar irritantes. Cada vez que la cambies la enjuagas con agua (no hace falta usar jabón) y ya está. Después de cada ciclo la pones a hervir otra vez, y la guardas en una bolsita de tela (que por lo general también viene de fábrica cuando la compras). No debes guardarla en recipientes herméticos. Si quieres desmanchar la copa (que se mancha, porque la sangre es cosa seria), puedes ponerla en remojo en un recipiente con agua y un poco de agua oxigenada y dejarla ahí de un día para otro. Queda casi como nueva.

17. ¿Qué hago si no estoy en casa y necesito vaciar la copa en un baño público?

Puedes sacar la copa, vaciarla en el sanitario y volver a introducirla sin haberla enjuagado. Puedes llevar una botella de agua (reutilizable, ¡obvio!) contigo y enjuagarla, teniendo mucho cuidado de que no se te caiga en la taza. Puedes limpiarla con un poco de papel higiénico, aunque esta opción no me convence del todo (a pesar de que la recomiendan algunos fabricantes) por la posibilidad de que queden fibras de papel que después pones dentro de tu cuerpo con la copa. Para mí, lo que mejor ha funcionado ha sido la primera opción. En todo caso, teniendo en cuenta que puedes tenerla hasta 12 horas, es poco probable que no vayas a tener al menos un momento en un baño con mayor privacidad... es cuestión de aprender a planear un poco. ¿Cuánto dura?

18. ¿Cuánto tiempo dura? ¿Cada cuánto debo comprar una nueva?

Dura alrededor de 10 años, si la cuidas bien. Hay fabricantes que recomiendan que la cambies cada año, pero creo que es más por el interés de vender más productos que por una necesidad real.

19. ¿Por qué no había oído nada sobre la copa? ¿Por qué no sale en comerciales?

En resumidas cuentas, porque la copa menstrual no es "buen negocio". Es un producto que compras una vez y te olvidas... diferente a lo que pasa con las toallas y tampones, que tienes que comprar por montones nada mes. Las empresas que producen toallas y tampones cuentan con millonadas que pueden dedicar a publicidad y marketing, pero los fabricantes de copas menstruales suelen ser empresas más pequeñas, que difícilmente podrían competir con la cantidad de anuncios de toallas y tampones que hay en el medio. Lamentablemente creamos un sistema en el que la publicidad nos inunda por todos lados, y mucha gente piensa que si algo no sale en los anuncios es porque no vale la pena. Yo pienso que es más o menos al revés: las cosas buenas no necesitan pagar tanto por anuncios... y la copa es un buen ejemplo. Si no, mira cuántas usuarias felices han dejado sus comentarios en las imágenes que compartí en Facebook (incluyéndome) sin que nadie les haya pagado por eso. Ese es el resultado de usar algo que es de buena calidad, sin que haya hecho falta que te lo "metan por los ojos". ¿Cómo sé si es para mí?

20. Sigo teniendo dudas e inseguridades. ¿Cómo sé si la copa es para mí?

No hay forma de saber la respuesta, a menos que la pruebes. Ni si quiera todos los testimonios de usuarias felices del mundo pueden reemplazar la experiencia propia, así que si sientes curiosidad y piensas que vale la pena probarla, pues hazlo. Ni tus amigas, ni tu médica/o ni tu ginecóloga/o podrán decirte si va a funcionar o no para ti, porque tu cuerpo es solo tuyo, así que la respuesta a esta pregunta la tienes tú, y sólo tú. raya-copa Yo ya había hablado antes de mi experiencia con la copa. Claramente soy fan. Los días de sangrado eran días que odiaba y que me hacían sentir supremamente incómoda, y desde que empecé a usar la copa pasaron a ser días comunes y corrientes, como cualquier otro. Empecé a entender mejor mi cuerpo y mi ciclo, a notar los cambios que hay entre un día y el otro; además de ser curioso, esa puede ser una buenísima herramienta para identificar si hay algo que no anda bien con mi cuerpo y consultarlo a tiempo, así que es otra ganancia más en cuanto a salud. Dejé de sentirme incómoda al tener contacto con la sangre, y de esa manera empecé a estar más cómoda con el hecho de ser mujer. Hay gente a la que le ofende pensar en esto, que piensa que decir esto está mal.

No, no está mal. Lo que está mal es que la mitad de la humanidad tenga que vivir con la sensación de que un proceso natural de su cuerpo es algo asqueroso y de lo que debería avergonzarse.

Lo que debería avergonzarnos es que las niñas tengan que crecer con la cabeza llena de mitos y de información falsa e incompleta sobre sus propios cuerpos y sobre un proceso con el que van a estar durante aproximadamente cuarenta años. Lo que está mal es que miles (¿millones?) de mujeres tengan que pasar días dificilísimos porque no tienen acceso a productos menstruales, porque salen muy caros. Y otra cosa que debería avergonzarnos es que estemos tirando a la basura entre 180 y 300 objetos desechables, no biodegradables, por cada mujer, cada año (multiplica eso por la cantidad de mujeres en edad fértil, para que te vayas de espaldas), cuando hay alternativas más amigables con nuestro cuerpo, con nuestra salud y con el planeta. raya-copa Para cerrar, vale aclarar que —como en todo— hay mujeres que no han tenido una buena experiencia con la copa. Sea por falta de información, falta de paciencia, o porque a pesar de la buena información y la paciencia la copa no era una buena opción para su cuerpo. Así que no estoy afirmando que sea para todo el mundo. ¿Usas la copa? ¿Tienes alguna duda que no haya cubierto en esta publicación? ¡Te espero en los comentarios! Y por si acaso: los comentarios agresivos serán eliminados. Es insólito que tenga que advertir esto, pero así es como estamos. Si "odias" la menstruación y te ofende que otras personas hablen de ella, y no estás interesada/o en abrir un poco la mente y cambiar de parecer, por favor cierra esta ventana y ve a leer otra cosa.  

La hora del planeta. Suena lindo, pero no es suficiente

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La hora del planeta. Suena lindo, pero no es suficiente.

La hora del planeta es una iniciativa de la WWF que busca generar consciencia sobre la necesidad de tomar medidas frente al cambio climático, y también ahorrar energía y reducir la contaminación lumínica. La primera vez que se "celebró" fue el 31 de marzo de 2007, en Sydney, Australia.

Con el título digo todo lo que pienso sobre esa iniciativa. Sí, es bonita, y sí, cuando mucha gente se pone de acuerdo para apagar las luces hay ahorro de energía y reducción de la contaminación lumínica... pero no, no es suficiente. Una hora no basta para pensar en un tema tan complejo y tan urgente, y menos cuando la acción de apagar las luces de la casa no viene acompañada de encender unas cuantas luces en la cabeza. La hora del planeta es como pegarle a la mamá todos los días, pero invitarla a comer el día de la madre (lo que hay que hacer es dejar de maltratar a la mamá) Este tipo de cosas me ponen en conflicto; al fin de cuentas este blog se llama "Cualquier cosita es cariño", y a través de lo que comparto aquí apuesto por el "poquito a poco se llega lejos". Pero es que esa es la cosa: no podemos saltarnos la parte de "llegar lejos"... sin eso, nos quedamos sólo con un "poquito". Como ya lo he dicho en otros momentos, no se trata de quedarnos paralizados ante la complejidad de los problemas del mundo. Hay que dar el primer paso, y ese primer paso bien puede ser el de apagar la luz hoy durante una hora. Sin embargo —como ya lo he dicho antes— el primer paso no es el último, y no debe ser el único. Por eso hoy decidí hacer una recopilación con diez publicaciones que he hecho antes, y que pienso que pueden servir como inspiración para que la Hora del planeta de hoy no sea un apagón de 60 minutos, sino el punto de partida para que demos el siguiente paso y empecemos a comprometernos con un cambio real, uno que no equivalga a invitar a comer una sola noche a una mamá que vive maltratada todo el resto del año. Aquí van: 1 Disfruta de una noche sin luz, y haz que forme parte de tus rutinas semanales. Porque la hora del planeta es para amateurs ;-) 2 Piensa en tus costumbres y las cosas que das por hechas. Aquí te sugiero cinco hábitos esenciales para una vida más sostenible.  3 Empieza a cuestionar el impacto ambiental de tus hábitos alimenticios. Aquí tienes algunos datos que te pueden servir como punto de partida.  4 Si el punto anterior de hizo sonar algunas alarmas en la cabeza (como debería), puedes empezar por el "lunes sin carne". Si te queda chico el "desafío", o ya lo aplicas y quieres aumentar el nivel de compromiso, aquí te doy cinco ideas para que lo lleves un paso más allá. 5 Analiza tus comportamientos... ¿qué harías si pasas frente a una casa que se está incendiando? Te cuento lo que hacen los personajes de esta parábola, y te invito a que pienses con cuál te identificas más.  6 Hablando de casas y del paralelo entre la casa pequeña en la que cada uno vive, y la casa grande que todos compartimos, te invito a pensar sobre cinco cosas que no haríamos en casa, pero se las hacemos al planeta. 7 Uno de los objetivos de la Hora del planeta es que hablemos sobre el cambio climático. Bien, ¡hablemos! Te cuento diez datos sobre la COP 21 (la Conferencia mundial sobre cambio climático que se llevó a cabo hace unos meses en París) y algunas ideas para que empecemos a generar cambio. 8 Colombia (por ejemplo) produce el 70% de su energía con hidroeléctricas, es decir, energía "limpia". Sin embargo el funcionamiento de las hidroeléctricas depende del agua, y ahora atravesamos por una época de sequía atroz, que pone en riesgo no sólo la estabilidad energética de este país sino el equilibrio de todo el planeta. Aquí te cuento qué es la huella hídrica, y por qué deberías interesarte en conocerla.  9 Los humanos consumimos y consumimos, y generamos desechos que la naturaleza no es capaz de procesar. En la naturaleza NADA es basura, todo se aprovecha... mientras nosotros inundamos el planeta con residuos que le hacen daño a los animales, envenenan el agua y, de paso, nos envenenan a nosotros mismos. La basura que generamos dice mucho de nosotros... ¿sabes qué dice tu basura de ti?  10 La sostenibilidad no es un asunto de moda, es una cuestión de supervivencia, y está contemplada como un derecho básico en las leyes de los países. Aquí te cuento sobre un proyecto que aborda este tema, y te invito a que encuentres la legislación de tu país y participes en la conversación sobre el derecho a un #AmbienteSano.  raya-hora-planeta De nuevo: no estoy diciendo que los gestos pequeños (como la hora del planeta) no sirvan para nada. Lo que sí estoy diciendo es que los gestos tan pequeños, si no vienen acompañados de algo más, se quedan sólo en eso: gestos. No podemos generar cambio a menos que detrás de esos gestos existan cuestionamientos reales, y una verdadera disposición por ajustar nuestros hábitos y salir de la zona de confort. Lo más curioso es que la WWF, que fue la organización que dio nacimiento a la Hora del planeta, tiene súper claro este asunto de los pequeños gestos: ellos mismos publicaron un reporte que se llama "Simple and painless, the limitations of spillover in environmental campaigning" y que aborda los peligros que se esconden detrás de las campañas ambientalistas que se limitan a invitar a la gente a hacer cambios "simples e indoloros". En la primera página del reporte se encuentra nada más y nada menos que la siguiente frase:
No te distraigas con el mito de que "cada pequeña cosa cuenta". Si todos hacemos poco, entonces lograremos sólo un poco.David McKay
Antes de que tires la toalla y abandones la intención de integrar poco a poco nuevos hábitos más sostenibles en tu vida, lee con cuidado la frase: "si todos hacemos poco...", esa es la parte importante. Apagar la luz durante una hora, para mí, no sólo es poco sino exageradamente poco. Pero lo podemos ver de otra manera: es la excusa para que empecemos a hablar de cosas más grandes. Para cerrar, te dejo una publicación en la que reivindico la idea de que Cualquier cosita es cariño, y te doy algunas ideas para que las ideas pequeñas crezcan sanas y fuertes. La hora del planeta no es suficiente si es sólo una hora al año... todas las horas son la hora del planeta. ¿Qué piensas de la hora del planeta? ¿Participas? ¿Qué otros cambios has empezado a integrar en tu vida cotidiana para tener mayor impacto positivo en el planeta? ¡Te espero en los comentarios!
  Pd. Este año, la WWF está promoviendo una petición online para que Colombia acelere el desarrollo de su potencial renovable y cuente con un sistema de generación de energía eléctrica confiable. Quiero creer que este tipo de cosas pueden empezar a sacar a la hora del planeta de la teoría, y llevarla ahí donde necesitamos que esté: en la práctica.

El aire de Medellín & la tragedia de los comunes

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El aire de Medellín y la tragedia de los comunes

En Medellín estamos en alerta ambiental por contaminación del aire desde hace más de tres semanas, y, según dicen, vamos a seguir así al menos por dos semanas más. Puede parecer que este es un tema que sólo es relevante aquí, pero yo lo veo como un síntoma de una enfermedad más grave que nos afecta a todos, en todo el planeta.

La calidad del aire del Valle de Aburrá ha sido tema frecuente de conversación en los últimos días. Se ha hablado de aumentar los horarios de restricción vehicular, pero la iniciativa (a pesar de ser supremamente tímida, e insuficiente para afrontar la emergencia) no ha sido bien recibida por mucha gente... a fin de cuentas esta es una ciudad de carros particulares, y de transporte público deficiente. Las personas que andan en carro buscan justificaciones para seguir usándolo todos los días, comparten fotos de nubes negras que salen de los tubos de escape de los buses (y con razón... a mí también me aterran esas imágenes) y tratan de convencerse de que un solo carro no es problema, a pesar de que sea evidente que los "tacos" (enbotellamientos) suelen estar formados por vehículos que transportan a una sola persona. Pero bueno, no quiero —ni sabría cómo— analizar los problemas de transporte de la ciudad en la que vivo. Lo que quiero es hablar sobre lo que hay detrás, y que no sólo explica lo que está pasando en Medellín sino lo que está pasando en todo el planeta: la tragedia de los comunes. En caso de que nunca la hayas oído mencionar, doy un poco de contexto: la tragedia de los comunes es una parábola que escribió William Forster Lloyd en 1833 y que se popularizó, más de un siglo después, en un artículo escrito por Garrett Hardin en 1968. La cosa va más o menos así:

Un grupo de pastores usaba la misma zona de pastos, contando con buen espacio cada uno. Uno de los pastores pensó que podía añadir una oveja más, porque el impacto de una sola oveja no afectaría la capacidad de recuperación del suelo. Cada pastor, individualmente, pensó lo mismo y se pusieron a la tarea de añadir sus ovejas... pero la suma del deterioro imperceptible causado por cada oveja adicional terminó por arruinar el suelo y los pastos, y tanto las ovejas como los pastores murieron de hambre.

  Cualquier parecido con la realidad es... porque es la realidad. Como individuos, constantemente realizamos acciones que afectan negativamente los bienes que no son solo nuestros sino que son comunes a todos los habitantes del planeta (humanos y no humanos), aunque eso no nos beneficie a nosotros mismos a largo plazo. La parte compleja del asunto es que, desde la perspectiva individual (esa de la que nos cuesta tantísimo trabajo salir), nuestras acciones parecen racionales, y nos cuesta mucho trabajo entender que algo tan pequeño sea capaz de generar un impacto tan grande; pero cuando nos alejamos y vemos el panorama completo nos podemos dar cuenta de que cada decisión que tomamos equivale a una oveja que está usando el suelo de todos, y que cada oveja nueva es una nueva amenaza para el terreno, las otras ovejas, los otros pastores, y para nosotros mismos. Sí, para nosotros mismos. Esa parte es esencial, porque hasta las personas que actúan sólo a partir del interés individual (e ignoran los intereses de otras personas en el proceso), van a terminar por verse afectadas por el colapso de los bienes comunes. Nadie se queda calvo porque se le caiga un pelo, pero cayéndose pelo a pelo es como nos quedamos calvos. ¿Cuál es la solución al problema del aire del Valle de Aburrá? No sé. La restricción vehicular probablemente ayudaría, pero hay que tener en cuenta que muchos "pastores" van a decidir salir a comprarse otro carro con el que puedan evitar la incomodidad de pensar en otros medios de transporte. En todo caso los entiendo un poco: el metro en horario punta es insufrible, los buses parecen sacados de Mad Max Fury Road y andar en bicicleta en esta ciudad se puede considerar un deporte extremo. Lo que sí se es que seguir como estamos no es una opción, y parte de ese "como estamos" es usar carro particular para ir a un supermercado que está a siete cuadras. ¿Cómo se puede resolver la crisis ambiental del planeta? Tampoco tengo una respuesta, pero estoy convencida de que tiene todo que ver con nuestra capacidad para entender el impacto de las decisiones individuales, y comprender, realmente comprender, que estamos en un planeta con recursos finitos en el que no podemos seguir "poniendo ovejas" indefinidamente. Los bienes comunes traen un añadido: los costos comunes. Da igual quiénes están aprovechando esos bienes, porque los costos los pagamos todos. El aire limpio y el espacio público en Medellín son bienes comunes que se están viendo afectados —entre otras cosas— por las decisiones individuales de muchas personas, que no consideran el efecto de la suma de esas decisiones. Mientras tanto, comprar carro sigue siendo la meta máxima de mucha gente, la "medida del éxito" en nuestra sociedad. A este paso, la tragedia de los comunes nos va a caer del todo con su trágico, trágico final.
¿Cómo escapar del dilema en el que muchos individuos actuando racionalmente en su propio interés, pueden en última instancia destruir un recurso compartido y limitado, incluso cuando es evidente que esto no beneficia a nadie a largo plazo? [...] Hay una Tierra, una atmósfera, una fuente de agua y seis mil millones de personas compartiéndolas. Deficientemente. Los ricos están sobreconsumiendo y los pobres esperan impacientes a unírseles.Barry Schwartz  
Me duele Medellín en este momento, también literalmente, porque duele respirar. No quiero salir en bicicleta porque siento que me estoy tragando toda la porquería que generan los vehículos que estoy evitando usar. No quiero subirme en un bus porque pienso en la nube negra que sale por el tubo de escape, y me siento parte del problema. Por ahora, lo que puedo hacer es comprarme una máscara anti-smog, una de esas cosas que pensaba que sólo tenían sentido en las películas futuristas apocalípticas. Pero parece que tienen todo el sentido ahora, en este futuro que estamos construyendo.

Vinagre de manzana hecho en casa

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Vinagre de manzana hecho en casa

Como ya lo dije hace un par de días, de un tiempo para acá he estado pensando mucho en todo lo que nos hemos acostumbrado a pensar "si puedo comprar esto, ¿para qué voy a hacerlo?", pero a mí cada vez más me gusta pensar "si puedo hacer esto, ¿para qué voy a comprarlo?".

Hace ya varios años que empecé a experimentar con el cuidado del pelo, alejándome de los combos de champús y acondicionadores comerciales. En ese proceso uno de mis "descubrimientos" favoritos fue el vinagre de manzana; lo uso como acondicionador (una cucharada diluida en una taza de agua) después de lavarme el pelo con el champú "El conejo feliz", y no lo cambio por nada: me deja el pelo suave, brillante, con menos frizz, y no lo tengo que lavar con tanta frecuencia. También lo uso como tónico facial. Hay diferentes tipos de vinagre de manzana en el mercado, pero el que más me gusta es uno que viene sin filtrar; es también el más caro, porque es importado... lo que a su vez resulta en una huella ambiental mayor (una de las cosas que estoy tratando de evitar alejándome de productos "normales" para el cuidado personal). No sabía bien cómo resolver este asunto hasta que un día Pinterest me trajo la solución: una receta para hacer vinagre de manzana en casa, usando sólo las cáscaras y los corazones (o sea, básicamente lo que sobra), y todo parecía indicar que además era facilísimo. ¿Podía ser verdad tanta belleza? Me puse a la tarea de probar la receta, aprovechando que iba a hacer un puré de manzana para otras cosas y por lo tanto me iba a quedar toda la materia prima para el vinagre. Pero ese primer intento no salió bien... no hice buen seguimiento, me descuidé con las cáscaras que flotaban sobre el agua, le salió moho y se dañó todo el lote. No me di por vencida, probé de nuevo y ahí sí salió todo bien. Ya he hecho tres lotes de vinagre de manzana (uno de ellos con manzanas criollas y orgánicas) y todos han salido regios, así que creo que es el momento de compartir esta receta. Primero, vamos a revisar rápidamente en qué consiste el vinagre, cortesía de Wikipedia:

El vinagre (del latín «vinum acre», «vino agrio») es un líquido que proviene de la fermentación acética del alcohol, como la de vino y manzana (mediante las bacterias Mycoderma aceti). El vinagre contiene una concentración que va del 3% al 5% de ácido acético en agua. Los vinagres naturales también contienen pequeñas cantidades de ácido tartárico y ácido cítrico.

Es decir, lo que vamos a hacer con esta receta es generar un ambiente propicio para que las bacterias se alimenten, y hagan vinagre para nosotras aprovechando los restos de las manzanas, lo que quiere decir que haremos un producto que básicamente sale gratis. Suena bien, ¿no? Ingredientes para el vinagre de manzana

Necesitas:

  • Cáscaras y corazones de varias manzanas. Yo usé seis manzanas criollas (son pequeñas) para esta receta, pero puedes usar cuatro, ocho... las que tengas.*
  • Agua suficiente para cubrir los corazones y cáscaras de manzana.
  • 1 cucharada de panela o azúcar por cada taza de agua. **
  • Un frasco de vidrio en el que quepa "cómodamente" toda la mezcla.
  • Un trozo de tela (ideal si es de algodón o lino).
  • Un elástico.
* Si no vas a usar tantas manzanas de un solo golpe (haciendo puré, por ejemplo), puedes ir acumulando las cáscaras y los corazones de las manzanas que te vas comiendo en una bolsa de cierre hermético en el congelador, hasta que tengas suficientes para hacer un lote. Cuando vayas a preparar el vinagre las sacas del congelador, dejas que descongelen bien y sigues estas instrucciones tal cual como si acabaras de pelar las manzanas. ** Según he leído, la panela funciona mucho mejor porque le da mejor "alimento" a las bacterias que hacen el proceso de fermentación. He visto recetas en las que usan azúcar pero yo misma no lo he probado, así que no te puedo asegurar que el resultado sea exactamente el mismo. Si usas azúcar, trata de conseguir una que sea lo menos refinada posible. [caption id="attachment_2591" align="alignnone" width="800"]Idealmente, usa manzanas de producción local Estas manzanitas son todas criollas. En Colombia es muy fácil conseguir manzanas importadas (que se consideran mejores, porque tienen forma de manzana de película), pero no le veo ninguna necesidad a usar cosas que vienen de lejos cuando se pueden conseguir cosas buenas de producción local. [/caption]

Instrucciones:

1. Lo primero que vas a hacer es pelar y cortar todas las manzanas, separando cáscaras y corazones, que van a ser nuestra materia prima. Toda la "carne" de la manzana la puedes usar para cocinar algún postre, hacer puré o puedes comerte los trocitos así tal cual. ¡Con lo ricas que son! Si quieres hacer puré (que puedes usar para untarle al pan, o para preparar estas galletas), aquí te dejo las instrucciones: Instrucciones para hacer puré de manzana 2. Enjuaga con agua las cáscaras y los corazones, escurre bien y ponlos en el frasco de vidrio. 3. Calcula la cantidad de agua que vas a requerir para cubrir completamente los trozos de manzana del frasco. Yo necesité aprox. 2 ½ tazas de agua. Añade una cucharada de panela (o azúcar, teniendo en cuenta la aclaración que hice antes) por cada taza de agua. En mi caso: 2 ½ cucharadas de panela. Mezcla la panela y el agua, y pon las manzanas en el frasco de vidrio 4. Añade el agua con panela al frasco, asegurándote de que cubra bien todos los sólidos. Esto es esencial, porque cada cosa que no quede cubierta es un foco potencial de moho, que arruinará por completo tu lote de vinagre. Si ves que hace falta un poco, mezcla el agua y la panela aparte y añade hasta que todo quede bien cubierto. Mezcla todo en el frasco de vidrio 5. Algunos trozos de manzana van a tratar de flotar. Es importante mantenerlos bajo control, y eso puedes lograrlo de varias maneras: puedes hacer un seguimiento diario al proceso, mezclando con una cuchara de madera para que las partes que flotaron vuelvan al fondo y no se queden "a la intemperie" todo el tiempo. Puedes poner unos palitos de madera (bien limpios, como los que se usan para las paletas) de manera que bloqueen las cáscaras "rebeldes" y las mantengan en el fondo (este fue el método que usé yo en este lote al que le saqué las fotos). O puedes poner otro frasco de vidrio más pequeño (bien limpio) adentro del que contiene los ingredientes para que el peso evite que los trozos floten. Algo así: Ejemplo frasco de vidrio Este es el método que he usado para los siguientes dos lotes, y ha sido el que más me ha gustado. Me parece más confiable. 6. Usa el trozo de tela para cubrir la boca del frasco, y el elástico para asegurar la tela en su lugar. Si usas el método del frasco de vidrio para hacer peso, ten cuidado de no hundirlo demasiado para que no se rebose el líquido. Pon la tela y el elástico, así 7. Debe quedar como un hombre árabe cliché. Ponlo dentro de un gabinete en tu cocina, o en un lugar en el que no reciba luz. En mi primer intento de vinagre (el que fracasó), puse el frasco en un lugar semi-oscuro, pero igual había algo de luz indirecta. No sé si eso tuvo algo que ver, pero por si acaso ahora siempre los pongo en lugares donde estén a oscuras la mayoría del tiempo (les entra luz sólo cuando abro la puerta para sacar alguna otra cosa). 8. Ahora hay que darle tiempo. Déjalo dos semanas ahí, pero hazle seguimiento cada dos o tres días para asegurarte de que no hay trozos rebeldes de manzana que estén flotando, porque arruinarían todo el proceso. Vas a ver que se empiezan a hacer burbujitas alrededor de los trozos de manzana, ¡eso es muy buena señal! Quiere decir que el proceso de fermentación ha empezado y va por buen camino. También es posible que notes una capa blanca semi-transparente flotando sobre el líquido: esa es la madre del vinagre, y también es buena señal. Se puede ver algo así, o también algo así. Si se vuelve gruesa y gelatinosa puede verse un poco asquerosa, pero significa que tu vinagre es campeón de campeones. No temas.  Las burbujas son muy buena señal 9. Pasadas dos semanas, pasa el líquido a otro frasco de vidrio, saca los trozos de manzana y vuelve a poner el líquido en el frasco inicial. Esto es para aprovechar el cultivo de bacterias que queda en el fondo del frasco (como un polvillo que puede ser blancuzco o café claro). Elimina con una cuchara de madera cualquier trozo grande que haya quedado; debería quedar el frasco sólo con líquido y con un poco de sedimento. Cúbrelo de nuevo con el trozo de tela, asegúrala con el elástico y vuelve a ponerlo en el mismo lugar en el que lo tenías antes (gabinete sin luz). 10. Ahora hay que darle más tiempo. Esta es la fase es la que realmente se va a convertir en vinagre, y la velocidad del proceso va a depender de la temperatura del lugar en que estás. En Medellín, la temperatura promedio —todo el año— es 25º, y requiere más o menos otras dos semanas. En lugares más cálidos toma menos tiempo, en lugares fríos toma más. La manera de saber si el vinagre está listo es destapar y oler. Si sientes olor como a un alcohol frutal, es porque está todavía en proceso. Si te "golpea" el olor a vinagre, ¡está listo! [caption id="attachment_2619" align="alignnone" width="763"]¡Listo! Aquí tienes dos opciones: puedes ponerle una tapa al frasco y ya está, o puedes filtrarlo (para eliminar el sedimento) y guardarlo en una botella. Para detener completamente el proceso de fermentación, debes cerrarlo herméticamente y mantenerlo en la nevera. [/caption] Algunas cosas a tener en cuenta El proceso, como viste, es realmente sencillo. Sin embargo hay varias cosas importantes que te recomiendo que consideres para que todo salga bien (y no repitas mis errores). Aquí van:
  • Todos los utensilios deben estar muy limpios y sin rastro de jabón.
  • El frasco sí o sí debe ser de vidrio.
  • No uses utensilios metálicos. Yo pelé y corté las manzanas con un cuchillo metálico, enjuagué bien los trozos y de ahí en adelante usé sólo vidrio y madera. El metal, al parecer, puede interferir en el proceso de fermentación... y aunque no he encontrado todavía la explicación clara del por qué (si la tienes es más que bienvenida), es mejor evitarlo.
  • Controla a los rebeldes. Ya lo dije antes pero esto es súper importante: si hay trozos flotando van a generar moho y se va a echar a perder todo el proceso.
  • Si sale moho, tira todo. Es imposible salvarlo. No trates de quitar las partes que se vean contaminadas, porque hay esporas que no son visibles y van a seguir reproduciéndose.
  • Ya vimos que una capa blanca semi-transparente es normal, pero cualquier cosa de otro color es señal de contaminación. Si la capa es verdosa, rosada, gris, o tiene manchas negruzcas en varias zonas, descarta el lote y empieza de nuevo.
  • Tanto el sedimento como la capa gelatinosa de la superficie (la madre) son recursos valiosos para hacer más vinagre después, pues aceleran el proceso de fermentación. Guárdalos en un frasco aparte (con un poquito del vinagre) y añádelos a tu próximo lote, y así hasta el fin de los días. Tendrás vinagre para siempre.
raya-vinagre Esta receta marcó, para mí, el final del vinagre de manzana comercial (gracias de nuevo, Pinterest ♥). Lo puedo hacer en casa, usando partes de la fruta que normalmente se considerarían "basura", con utensilios súper básicos, ahorrándome los empaques innecesarios y los kilómetros de transporte (con su respectiva huella de carbono)... ¿para qué —en serio— lo voy a comprar? No le veo sentido. Y encima, cada vez que hago un lote me siento como cuando estaba chica y quería hacer experimentos "científicos"; cada vez que me acerco y veo las burbujitas me da alegría de ver que estoy presenciando un proceso casi mágico (bacterias convirtiendo "basura" en un producto súper útil, ¿no parece magia?), y cada vez que uso mi vinagre hecho en casa me siento genuinamente feliz porque di otro paso más hacia un consumo más responsable y más independiente, y porque ahora soy una persona que fabrica su propio champú y su propio acondicionador. Mi abuela estaría orgullosa de mí. ¿Usas vinagre como parte de tu rutina de cuidado personal? ¿En qué lo usas? ¿Has hecho vinagre alguna vez? Si no, ¿te animas a prepararlo? ¡Te espero en los comentarios!  

No tengo tiempo

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No tengo tiempo

Desde hace tiempo he tenido ganas de escribir algo sobre el tiempo, pero me pasa que son tantas las cosas que quiero decir sobre ese tema (y da para tanto) que termino dejándolo de nuevo "en remojo" mientras siento que soy capaz de concretar la manera en la que lo quiero abordar.

Paradójico... estar queriendo escribir sobre el tiempo y "no tener tiempo" para definir la manera en la que lo quiero escribir. Y creo que no estoy sola; de hecho, es posible que sea una de las frases que oigo/leo con más frecuencia. Parece que nadie tiene tiempo, que todos estamos metidos en muchas más cosas de las que podemos manejar y necesitamos días de 48 horas. Y si tuviéramos días de 48 horas en todo caso sentiríamos que necesitamos más. Somos, como dice un dicho africano, "los que siempre tienen reloj pero nunca tienen tiempo". Pero creo que llegó el momento de hablar del tiempo, básicamente porque se juntaron varias cosas:

1) En lo que va del año me he sentido casi siempre como si estuviera participando en una carrera.

Estoy acostumbrada a ser muy activa y por lo general siempre estoy con algún proyecto en la cabeza, pero siento que me está costando trabajo "desconectar" cuando necesito desconectar, y no me gusta para nada esa sensación de "no tener tiempo" (aunque sé que sí lo tengo). Una de las cosas que más valoro del tipo de trabajo que hago es precisamente el hecho de que tengo tiempo para mí, que puedo disfrutar de la casa, de las labores que me gustan; pero últimamente me la paso "apagando incendios", y sacrificando lo importante por lo urgente.

2) Precisamente por lo del punto 1, el domingo fuimos R y yo a un taller de Pranayama organizado por Humanese

Y me encantó. Durante dos horas nos enseñaron ejercicios de respiración, y justo para la parte final (relajación/concentración/meditación) empezó a llover. Sentí mucha calma, y para mí se hizo aún más evidente la necesidad que tengo de superar esta etapa de "no tener tiempo". Me gustó mucho algo que dijo Carolina (la profe): la relajación es una acción. Y sí... creo que cuando realmente queremos parar es importante entender la pausa como una acción, como algo que hay que asumir y hacer, y no simplemente esperar a que pase sola.

3) El sábado voy a cumplir años. Y a mí me encanta cumplir años. 

Me gusta porque —para mí— es celebrar el tiempo en su mejor sentido, sentirme feliz por estar aquí y por el privilegio que tengo de habitar este planeta increíble. Es algo que he sentido desde niña y que se hizo evidente desde que estaba muy pequeña y un día le dije a mi mamá: "siquiera fui yo la que nació, y no otra niña". Ella lo anotó en un cuaderno en el que escribía mis ocurrencias infantiles, y hace un tiempo lo volví a leer y esa frase me conmovió. De alguna manera inocente estaba expresando mi agradecimiento a la naturaleza por haberme permitido existir. Y con eso como contexto, hay algunas cosas que quiero decir sobre el tiempo. Aquí van: Carrera sin final Con frecuencia las personas me preguntan cómo administro mi tiempo para poder hacer tantas cosas. La verdad es que no sé, y de hecho siento que no lo administro nada bien (es más, me choca la palabra "administrar" en esa frase)... sin embargo hago un montón de cosas, tengo no sé cuántos proyectos y encima me da para hacer pan, vinagre, champú, y cada experimento culinario o casero que se me cruce por el frente. Es decir, sí tengo tiempo, claro que tengo. Y el hecho de que haga esas cosas que son importantes para mí es una muestra de que —al menos algunas veces— sé aprovecharlo mejor de lo que pienso. Todos tenemos tiempo, pero sin darnos cuenta nos metemos en una carrera sin final, como la de Alicia en el país de las maravillas (por favor atención a la letra de la canción); nos vamos dejando arrastrar por la idea de las "tareas pendientes", dejamos una cosa empezada para terminar la otra, y terminamos con una montaña de cosas por hacer que cada vez es más difícil de escalar. Y así vamos dejando de lado lo importante, o cayendo víctimas de "engaños" de ahorro del tiempo, como comprar cosas hechas vs. hacerlas... ¿realmente se ahorra tiempo? Igual hay que ir al supermercado, elegir entre no sé cuántas marcas, ir a hacer fila para pagar, volver a casa, y todo para consumir algo de una calidad considerablemente menor a lo que podríamos hacer nosotros mismos. El tiempo y la sostenibilidad El tiempo tiene todo que ver con la sostenibilidad. Estamos colectivamente obsesionados con la velocidad, todo aquí, todo ahora, todo fácil y rápido... y eso nos está pasando factura hace rato, porque se nos olvida que cuando vamos tan rápido es más difícil reaccionar a los obstáculos del camino. Hay un libro buenísimo de Jorge Riechmann que se llama "Tiempo para la vida. La crisis ecológica en su dimensión temporal" y que recomiendo fervientemente a cualquier persona interesada en llevar una vida más sostenible. Por ahora te comparto un fragmento:
Una sociedad se vuelve insostenible cuando tiene cada vez más opciones nuevas a intervalos cada vez más breves. Cuando, por ejemplo, introduce miles de nuevas sustancias químicas en la naturaleza cada año. O cuando se dispone a hacer otro tanto con miles de organismos genéticamente modificados. Es decir, cuando renuncia a toda posibilidad de reaccionar a tiempo a los efectos de sus propios actos
La pausa es una acción
Hace un tiempo, hablando con una amiga muy querida, le pregunté con qué frecuencia se permitía hacer nada. No acostarse a leer, no ver Pinterest, no ver una película: sentarse en un lugar a hacer realmente nada. Me dijo que nunca lo hacía, y yo —últimamente— lo hago muy poco.
Nuestra sociedad glorifica la ocupación. Estar ocupado es lo más deseable, y la gente es más "importante" cuantas más cosas tiene en su agenda. Me parece atroz, y no quiero jugar ese juego. Por eso quiero aprovechar mi cumpleaños como una excusa para regalarme a mí misma un compromiso: la presencia.
Y aquí me voy a valer de otro texto, esta vez de Maria Popova de Brain Pickings (la traducción es mía, así que me perdonan cualquier inconsistencia):
... la mayoría de nosotros pasamos nuestros días en lo que Kierkegaard cree que es nuestra mayor fuente de infelicidad: la negativa a reconocer que "estar ocupado es una decisión" y que la presencia es infinitamente más gratificante que la productividad. Con frecuencia me preocupa ver que ser productivo es la manera de llevarnos a nosotros mismos a un trance de pasividad y que "estar ocupados" es lo que más nos distrae de vivir, a medida que recorremos nuestras vidas día tras día, estando presentes para nuestras obligaciones, pero ausentes de nosotros mismos, confundiendo el hacer con el ser.
raya-tiempo
Con esto del tiempo siempre pienso mucho en mis gatas: a ellas no les importa. No tienen relojes, no miden cuánto han dormido, cuándo es hora de comer o de jugar. No tienen culpas por baja productividad. No digo que tengamos que ser todos unos gatos y dormir 18 horas al día (aunque de vez en cuando venga tan bien), pero sí pienso que es importante ajustar la velocidad. No tiene que ser todo aquí, todo ahora, todo fácil y rápido.
La buena (o mala, según se vea) noticia es que si no ajustamos nosotros la velocidad, las mismas circunstancias la van a ajustar desde afuera. La mente no está separada del cuerpo, ni estamos nosotros separados de nuestro entorno, y todos estos ciclos de ajustan por las buenas o por las malas. El ejemplo más claro que puedo poner es el de la gente que se enferma por estrés (o yo misma, cuando me "pongo" una contractura en la espalda por pasar horas en el computador sin parar). Es como si el cuerpo estuviera diciendo: o paras, o te paro.
Bueno, el planeta nos está dando señales que necesitamos escuchar con mayor atención. Mi cuerpo me está dando señales que quiero empezar a escuchar con mayor atención. Lo primero lo he estado haciendo activamente, y lo segundo lo voy a empezar a hacer, de manera más consciente, celebrando el paso del tiempo porque me alegra saber que "la que nació fui yo, y no otra niña".
¿Te gusta cumplir años? ¿Cómo te sientes con el manejo del tiempo? ¿Qué piensas de la velocidad que llevamos? ¡Conversemos!

Una idea para el día de la Tierra: salir de la zona de confort

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Una idea para el día de la Tierra: Salir de la zona de confortHace un año compartí una lista con 5 hábitos esenciales para una vida más sostenible. Hoy me uno a varias de mis colegas de Hola eco para invitarte a aplicar diferentes ideas que buscan que la Tierra se celebre de manera cotidiana. Tengo clarísimo que el día de la Tierra no alcanza: tiene que ser toda la vida, todos los años, los meses y los días (con banda sonora y todo). Por eso lo que quiero compartir no es una acción que sólo vale para hoy, sino una invitación para cambiar nuestra manera de pensar y de ver el mundo que podamos seguir cultivando de ahora en adelante. Y sé que tampoco alcanzan los esfuerzos de una sola persona… por eso nos unimos desde Hola eco con “Ideas para el día de la Tierra” —nuestra primera publicación colaborativa— para compartir una serie de ideas que abordan la sostenibilidad desde diferentes perspectivas, que se nutren mutuamente y se complementan. Como tiene que ser :-) Mi idea para el día de la Tierra parece sencilla pero a veces puede ser súper difícil: salir de la …

5 mitos y verdades sobre la sostenibilidad

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5 mitos y verdades sobre la sostenibilidadAhhhh, la sostenibilidad. Esa palabra manoseada que se aplica como si fuera un bálsamo mágico en las etiquetas de los productos para que compremos sin sentimiento de culpa, de la que se habla cada vez más en los periódicos, en las películas y en los blogs (¡holi!). No es una palabra nueva, pero últimamente da la sensación de que aparece en todas partes (obviamente estoy sesgada, pues yo busco información sobre este tema constantemente, así que “me lo encuentro” por doquier). Y a mí me alegra, de verdad, me parece importantísimo que la sostenibilidad sea tema de conversación, que adquiera su merecidísimo papel protagónico… pero en el fondo también me asusta que —como ya lo dije antes— le pase lo que le pasa a los protagonistas de telenovela: que sea explotada por los medios para aprovechar hasta el último centavo que pueda producir por medio del marketing, que sea juzgada por los aspectos más superficiales, y olvidada cuando llegue otra palabra más llamativa. Así que, asumiendo la responsabilidad que me toca con respecto a la sostenibilidad …

Chips de col rizada

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Chips-col-rizadaNo soy muy fan de las hojas grandes. Me encantan las hojas de hierbas aromáticas, el cilantro el perejil… pero la lechuga, la acelga, la espinaca y la col me parecen un poco aburridas. Obviamente se debe a que no experimento lo suficiente con ellas, así que no puedo echarle la culpa a la lechuga por mi falta de creatividad. A la rúcula la amo, esa sí me la como con todo (y ahora que la cultivo en casa, me la como con más ganas). Pero la receta hoy no va de lechugas ni de rúculas. Va de col rizada (o kale, como se le dice ahora): una hoja oscura, muy bonita y nutritiva, pero con un sabor —al menos a mi gusto— un poco meh. Ya había experimentado con la col rizada en un batido poderoso, pero más allá de eso sólo la usaba para meterla sin ganas en las ensaladas. Había visto hace tiempo una receta de chips de col pero no me animaba a probarla, hasta que una vez vi que los estaban vendiendo (ridículamente …

La trampa del todo o nada

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La trampa del todo o nadaLos humanos tenemos muchas “mañas” que se han ido formando y fortaleciendo a lo largo de la historia. Por ejemplo, a pesar de la evidencia que tenemos sobre las complejísimas conexiones entre todas las cosas que nos rodean, insistimos en seguir tratando de entender el mundo como si estuviera hecho de partes independientes, y aparentemente seguimos estando convencidos de que podemos hacer una cosa aquí sin que se afecte otra cosa allá. Con frecuencia, además, reducimos el mundo y la realidad a una cuestión de blanco y negro. Nos educaron así en la escuela, y la religión, la televisión, y casi todos los mensajes que nos llegan por todas partes siguen reforzando esa idea absurda de que el mundo consiste en opuestos básicos e irreductibles: el héroe y el villano, lo bueno y lo malo, lo bonito y lo feo, lo gordo y lo flaco, lo iluminado y lo oscuro. Esa visión dualista es, básicamente, un atajo; una manera de ahorrarle tiempo y energía al cerebro simplificando al máximo la información disponible. Reducimos el mundo a opuestos …

¿Dónde está el medio ambiente?

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¿Dónde está el medio ambiente?
¿Dónde está el medio ambiente?El sábado, en el correo del Club, hablé sobre algo que va a pasar el miércoles afuera del edificio en el que vivo y que me tiene muy triste: van a talar un árbol grande, precioso y sano, porque quieren remodelar una caseta que tiene justo al lado. Es algo que a mí no me cabe en la cabeza, pero hay vecinos que están contentos porque se imaginan la construcción nueva muy glamourosa y les brillan los ojos pensando en la valorización, y porque las hojas secas que caen del árbol ya no van a “ensuciar” los carros que parquean justo debajo. Eso hace que me pregunte muchas cosas. ¿Qué va a pasar con todos los nidos que hay en el árbol con sus huevos y sus polluelos? ¿Dónde se van a parar a descansar y a conversar todos los siriríes, los bichofués, los pericos carisucios, y todos los otros animales que hacen de ese árbol su hogar? ¿Cómo están organizadas las prioridades de las personas que decidieron cortarlo? ¿En qué momento empezamos a darle más valor a un …

Vinagre aromatizado DIY (y una reflexión sobre la basura)

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Vinagre aromatizado DIY
Vinagre aromatizado DIYJulio sin plástico ya se está acabando, pero sabemos que este mes era sólo una excusa para pensar más en los residuos que generamos, y llevar los aprendizajes a todos los meses del año. Esta receta puede ser una de tus aliadas para pasar de “julio sin plástico” a “vida sin plástico”. La basura es un invento de los humanos. En la naturaleza nada se desperdicia, pero nosotros nos la hemos arreglado para inventar productos que tienen vidas más largas que nosotros mismos, y además usamos esos productos inmortales (el plástico, por ejemplo) durante un par de minutos y luego nos deshacemos de ellos como si nada. Ponemos todo nuestro ingenio en extraer cosas de la tierra, fabricar materiales durables… y los tiramos a la basura. Una basura que además, aunque no la veamos todo el tiempo, está inundando el planeta, y —a menos que nos pongamos las pilas y cambiemos nuestros hábitos— terminará por ahogarnos. Todo el tiempo estamos produciendo basura. Es muy difícil darle la verdadera proporción al problema, porque pensamos sólo en …

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“Sensible” no es un defecto

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"Sensible" no es un defectoCon cierta frecuencia noto que se usa la palabra “sensible” casi como si fuera un insulto, como si dejarse conmover por la realidad fuera una enfermedad que deberíamos eliminar sin piedad. Y la verdad es que antes me lo creía… muchas veces en el pasado sentí que ser sensible era una carga y un aspecto de mi personalidad que debería corregir. Ya no. Me gusta ser así, aunque a veces eso signifique que la vida se siente más difícil, y aunque eso le resulte incómodo a algunas personas. Y bueno, aunque muchas veces me resulte incómodo a mí misma, porque eso pasa también. “Sensible” es algo que hemos aprendido a ver como un defecto. Lo asociamos con debilidad y con irracionalidad. Lo asociamos también con comportamientos que son —supuestamente— femeninos, y lo femenino está muy mal parado en nuestras sociedades: lo deseable es ser fuertes, racionales, resistentes. Eso (según aprendemos) son “características de los hombres”, y sólo podemos alcanzarlas (y supuestamente deberíamos querer alcanzarlas, a fin de cuentas ser muy mujer está muy mal visto) si dejamos a …

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Retroceder nunca, rendirse jamás

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Retroceder nunca, rendirse jamás
Retroceder nunca, rendirse jamásAntes de decir cualquier otra cosa, debo hacer una confesión: nunca he visto esa película. Recordé el título porque me pareció perfecto para la publicación, y me metí a Wikipedia para descubrir que es protagonizada por Van Damme y es de karate. Yo pensaba que era de gente con pistolas… ahora hasta me dan ganas de verla. Ese no es el tipo de cine que más me gusta (evidentemente. Si no ya la hubiera visto)… pero eso es completamente irrelevante para lo que quiero decir. El título vino a mi cabeza porque he tenido ganas de escribir sobre la idea de retroceder y rendirse… y fue inevitable pensar en esa película. Me pasa todo el tiempo: pienso en una frase que resulta que está en una canción, se me queda sonando la canción todo el día en la cabeza. Pienso en escribir sobre retroceder y rendirse, me dan ganas de ver una película de karate. Yendo al grano: todo esto empezó hace un par de semanas cuando participé en “Lo doy porque quiero”, un evento del que soy muy fan, y que consiste …

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¿En qué dirección va el mundo?

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¿En qué dirección va el mundo? · Cualquier cosita es cariño
¿En qué dirección va el mundo? · Cualquier cosita es cariñoA los humanos nos gusta mucho pensar en términos opuestos: las cosas van bien, y si no van bien, van mal. Como si no hubiera un enorme abanico de posibilidades entre esos dos extremos. Cuando hablamos del futuro de la humanidad, o del destino de la vida en el planeta Tierra, solemos caer en la misma trampa. Nos dejamos llevar por lo que vemos en las noticias (que no suelen ser buenas), así que pensamos que todo está perdido y que el mundo se está yendo al carajo. O nos sentimos esperanzados gracias a una iniciativa en la que vemos potencial de cambio, sentimos que la gente a nuestro alrededor está más preocupada por su huella ambiental, y nos convencemos de que vamos por buen camino y todo va a estar bien. El problema es que con frecuencia nos convertimos en tercos pesimistas o ingenuos optimistas, y nos olvidamos de la importancia de encontrar el equilibrio entre esas dos actitudes. Digo “tercos” e “ingenuos” porque caer en esos extremos —en cualquiera de los dos— nos convierte, …

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